Por Gema Swinburn
Tenaz y constante en su trabajo artístico fue Hardy Wistuba (Puerto Montt, 1925-Santiago, 2010), un acuarelista que plasmó en el papel certeras, transparentes y diáfanas pinceladas que nos hablan de la luz de nuestro país. Reconocemos en sus casi 70 años de trayectoria y de continuo trabajo su talento en acuarelas y pinturas.
En 1942 dejó sus raíces sureñas para trasladarse a Santiago e ingresar como estudiante a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile. El gusto por la acuarela lo cultivó y lo mantuvo por siempre. Probablemente el recuerdo por la naturaleza húmeda del sur de nuestro país lo influyó y de ahí que en sus paisajes haya plasmado como ningún otro acuarelista las cristalinas y translúcidas tonalidades del entorno. Pasaron los años y continuó investigando con toda profundidad este medio y gracias a su conocimiento supo borrar los márgenes o limitaciones que impone esta antigua y tradicional técnica que data de unos 3.500 años. No cabe duda de que Wistuba en nuestro país es un clásico de la acuarela.
Además, de la evidente destreza técnica, encontramos en su obra un fuerte lirismo emanado de las atmósferas que intenta reflejar. El color y sus matizaciones son fundamentales en su obra, como también la limpidez y transparencia. Para los paisajes sureños escoge dos colores: azules y verdes. Las zonas de secano, en cambio, están bañadas por tenues tonalidades ocres. Es así como nos insinúa cielos grises y fantasmales o suaves lomajes de campos dorados.
Con una pincelada experta insinuó las formas sin entrar en detalle. La figuración lo acompañó a lo largo de su carrera artística. Sin embargo, no le fue suficiente crear espacios idénticos al real. Su propuesta caminó hacia la síntesis. Captó la esencia y volcó en el papel un somero aspecto de todo lo observado. Lo plasmó con idoneidad, rapidez y precisión.
La generosidad cromática y la habilidad de Wistuba lo sitúan en un lugar preponderante de la Generación del ’40. Artistas como Sergio Montecinos, Ximena Cristi, Reinaldo Villaseñor, Carlos Pedraza, Augusto Barcia, Israel Rosa, Aída Poblete, entre otros, fueron sus compañeros. Todos y cada uno de ellos intentaron recuperar la tradición de la pintura, el gusto por la materia y el sabor del color.
Eres una gran y preciosa mujer, felicitaciones.