Por Francisco Javier Bernales
Curiosa función la que vimos anoche.
Impensable encontrar un elenco más adecuado: la soprano Ukraniana Liudmila Monastyrska fue lo más destacado y extraordinario, puesto que el rol de Odabella es de aquellos difíciles con mayúsculas.
Verdi lo escribió en su primera época, en que su estilo es disparejo, su música es más débil y los argumentos son casi ridículos. Sin embargo la marea de melodías, los coros, los solistas y la misma orquesta, tienen momentos irrepetibles, como también algunos francamente débiles y aburridos.
En esta presentación de altísimo nivel, con un elenco parejo, nuevamente la regie, opacó lo que podría haber sido una función memorable, entregando una ensalada de estilos y de incongruencias imperdonables.
El regisseur tiene todo el derecho de echar a volar su imaginación y presentarnos su particular visión de una ópera y el público tiene todo el derecho de abuchearlo como anoche ocurrió.
Es que la gente se está empezando a cansar de pasar toda la función tratando de entender lo que el regisseur quiso decir en tal o cual momento, en vez de relajarse, gozar de la función en lo musical y apreciar una escenografía y una regie acorde a la trama que el libreto indica.
Visualmente, el vestuario y la iluminación tuvieron bellísimos momentos.
La escenografía de Enrique Bordolini fue muy bella en lo plástico, el colorido agregado con la iluminación conjugaron bellos cuadros escénicos. El vestuario de Imme Möller, a pesar de ser de épocas tan alejadas al libreto, lució muy hermoso.
Sólo la particular regie de Curro Carreres nos descolocó, como al resto del público, al intentar entender el porqué nos cambió la época sin necesidad, el porqué puso una orquesta arriba del escenario y tantas otras cosas incomprensibles. Es verdad que el argumento es debilísimo, por eso habría sido mejor que Carreres nos aportara soluciones a las incongruencias del mismo, en vez de enredar más el asunto.
La orquesta Filarmónica sonó como nunca, majestuosa y afiatada.
El director Alberto Hold-Garrido se lució en el tratamiento orquestal, no así tanto en sus tempi tan acelerados en la cabalettas y curiosamente no fue riguroso en las repeticiones, algunas sí y otras no. No entendemos el porqué con ese gran elenco no entregó las cosas tal cual son. Tampoco se lució en sacar lo mejor de cada intérprete. Faltó el vuelo necesario para que cada solista se luciera aún más en cada aria.
Sin embargo y siendo honesto, vimos una muy buena función. Lo que ocurre es que con ese gran elenco, nos habría gustado aún más…
Ya dijimos que Odabella fue lo mejor por lejos. Monastyrska es realmente soberbia. Deben haber poquísimas como ella en el mundo, es absolutamente descomunal su volumen. Además, controla su caudal llevándolo a pianísimos y no se saltó ninguna coloratura.
Fue una delicia verla… Lo mismo que a Vitaliy Bilyy como Ezio. Curioso que habiéndolo visto en varias ocasiones, acá sacó todo su potencial. Al parecer es lo suyo. Tuvo momentos indescriptibles en que parecía estábamos en La Scala viendo a uno de esos grandes-grandes. Muy bueno.
También el bajo Stefan Kocán nos entregó un espléndido Attila. Su voz no es de las más bellas, pero es un gran intérprete de importante volumen, amplio registro y acertada actuación.
El tenor Walter Fraccaro como Foresto tuvo de dulce y de agraz. Si bien es cierto que tuvo que lidiar con Odabella y su volumen a lo Nilsson, siempre estuvo al límite del lo gritado. Su voz tiene momentos muy adecuados y agradables, pero en otros tiende a engolar. Al parecer hay problemas en el pasaje. Igualmente agradecemos su entrega. No olvidemos que éete elenco es de primer orden y nos vamos poniendo muy exigentes. Si hasta el Papa Leone estuvo a cargo de un extraordinario bajo, el coreano In-Sung Sim, al cual aplaudimos como Zoroastro en Flauta Mágica (en Frutillar) hace poco. Para finalizar, un impecable Uldino de Juan Pablo Dupré.
Una función inolvidable con un Coro que mereció ovación del respetable, que, como pasa en los grandes Teatros, se dio el lujo de pifiar una puesta en escena que no les gustó.
Bien Francisco, estuve ahí y de todas las críticas que he leído, con esta me identifico al 100%. Liudmila, extraordinaria, desde un principio; la escenografía, extraña; Las pifias, bien merecidas, etc, etc.
Salu2