Por Gema Swinburn P.
La incansable Matilde Pérez (1920), bella, inteligente, intrépida, transgresora y sagaz, ha dado mucho que hablar en estas últimas semanas. Primero, por su exposición en Nueva York titulada “Open Cube” y que se exhibe en la galería 154 Smart Clothes, en el SoHo y ahora, por su retrospectiva en la Fundación Telefónica (Av. Providencia 111) compuesta por pinturas, grabados y esculturas.
La artista postula el concepto del arte no figurativo y constructivo que busca en las formas abstractas, y matemáticamente reguladas, los efectos del color sobre la capacidad de la visión humana. Este planteamiento plástico permitió a la artista incorporarse al movimiento cinético.
El arte cinético o el arte óptico, que data de los años ’50, ’60, ’70, es una corriente basada en la estética del movimiento. Lo bidimensional se transforma en tridimensional. Se fundamenta en ilusiones ópticas, en la vibración de la retina y en la imposibilidad de nuestros ojos de mirar simultáneamente dos superficies pintadas y contrastadas.
El trabajo creativo de Matilde sugiere un movimiento permanente y lo hace por la interacción de colores antagónicos. Sin duda, la artista sabe comunicar y expresar factores que van más allá de esta aparente intelectualización. Produce una experiencia sensorial y emocional en el espectador.
La obra de la artista no sólo es una propuesta en el plano que lo convierte en volumen. Trabaja también el volumen escultórico y las estructuras arquitectónicas. Estas obras las realiza incorporando medios técnicos para producir sus efectos de luz y movimiento.
Varios destacados creadores latinoamericanos son contemporáneos de la cinética. El principal, y que se enrola en las mismas filas, es el venezolano oriundo de Ciudad Bolívar, Jesús Soto. Nacido en 1923, con sus enormes obras, revolucionó la ciudad de Caracas y otras tantas en el mundo.
Especialmente por sus “penetrables” que cuelgan de los más importantes edificios públicos y privados. Estas esculturas tienen la característica de un diálogo directo con el espectador debido a que puede caminar dentro de la obra y entablar un diálogo codo a codo con la obra. En la misma sala de la Telefónica se exhibió una memorable muestra individual del venezolano en 1999.
En Chile la corriente del cinetismo está representada por Matilde Pérez, indiscutidamente su mejor exponente. Determinante en su vida y en su formación fue la beca que ganó en 1960 para estudiar en Francia por doce meses. Ahí conoció a Vasarely y descubrió el arte cinético del que nunca se alejó.
Gran Artista Matlde Pérez, trabajadora como una hormiga, ¿cuando le van a dar el reconocimiento que se merece? tiene méritos de sobra por su magnifica obra, para ser ganadora del Premio Nacional de Arte, hasta cuando la postergan…. o están esperando que se muera, para que le den el pago de Chile?
Notable artista, visionaria y bella. Maestra del Arte Cinético chileno!
Larga vida a Matilde!!!!!!