Por Ana Josefa Silva V.
@ana_josefa
Llena de premios internacionales (también el del Festival de Valdivia) llega a la cartelera “DE JUEVES A DOMINGO”, primer largometraje de Dominga Sotomayor, que, para ser tan joven, evidencia un estilo muy definido y preciso, así como una opción muy jugada.
Todo transcurre durante un fin de semana largo, a bordo de un auto, en un viaje hacia el norte de un joven matrimonio y sus dos hijos.
La perspectiva y el ojo de los niños (el de ella principalmente) guían la cámara y la historia, con el riesgo que eso significa. Nuestro narrador, la pequeña Lucía (10), sabe poco, intuye algo y adivina la mayoría de las cosas. Es lo que ocurre con el espectador también: no sabe a ciencia cierta qué ocurre y ni siquiera puede asegurar que exista alguna tensión. Porque los padres evitan traslucir frente a los niños lo que está ocurriendo -o está por pasar- entre ellos (en rigor, no se explicita sino prácticamente hacia el final).
El punto es que sí están ocurriendo cosas muy importantes en esa familia, en su camino a unos días de relajo y tranquilidad… Como que Ana (Paola Giannini) y Fernando (Francisco Pérez-Bannen) están en proceso de separación y deciden hacer de todas formas este viaje planeado con anterioridad. El sitio al que se dirigen es un lugar indescriptible, en el medio de la nada desértica, un terreno herencia del padre de Fernando. Pero esta es una road-movie donde el destino es casi lo de menos y que además de apelar al espacio también refiere a un tiempo, acotado en el mismo título. Ese es el plazo fatal que tienen Lucía y Manuel (el hermano menor) para comprender que estas pequeñas vacaciones -llenas de juegos y detalles preciosos que seguro atesorarán para siempre- son en realidad el preludio de una despedida triste, el fin doloroso de su familia, tal como la han vivido hasta ese entonces.
Rigurosamente bien filmada, la cámara recorre ese extenso y singular camino que es la Ruta 5, desde el auto viejo en que viajan estas cuatro personas, construyendo un cotidiano reconocible afuera y dentro de la cabina. Los juegos para entretener a los niños, su cansancio, el ruido, la radio, las pocas frases casi en clave que intercambia la pareja.
Todo se dice y ocurre de manera tenue, sin sobresaltos, casi plácidamente. A veces demasiado. Porque aún desde esta opción estética, y dentro de ese estilo, se echa de menos una mínima tensión dramática, como las que ostentan, por ejemplo, las películas de Alicia Scherson (aquí aparece como ayudante de guión), como “Play” o “Turistas”, donde lo que ocurre es mínimo y no hay nada ni medianamente estridente, pero donde hay más que atmósfera. Hay una cuerda que tensar, mínimamente, sutil e imperceptible, para que la distancia entre el espectador y los personajes logre ser la precisa.
La opción de Dominga Sotomayor es radical y, a juzgar por los premios, acertada: dejar que las imágenes hablen, que las palabras de los personajes no estén forzadamente explicando nada a nadie. Es un cine sutil, elegante, sobrio.
Muy interesante.
DE JUEVES A DOMINGO
Reparto: Santi Ahumada, Emiliano Freifeld, Francisco Pérez-Bannen, Paola Giannini.
Dirección y guión: Dominga Sotomayor.
Chile/ Holanda, 2012.
Duración: 94 minutos.
TODO ESPECTADOR.
SORPRENDE ESTE INTIMISTA FILM CHILENO, DENTRO DE TANTA FILMOGRAFIA BARATA Y DE MAL GUSTO, ME PARECE INTERESANTE QUE NUESTROS CINEASTAS SEPAN QUE, SIN GARABATOS, DESNUDOS O FACILISMOS VISUALES SE PUEDE HACER UN CINE QUE PODAMOS EXHIBIR EN CUALQUIER PARTE DEL PLANETA!!!!!!!!!!!
JORGE URIBE ALVAREZ, ESPECIALISTA EN CINE.
juribea59@gmail.com
EXHIBANLA EN UNA SALA DE LOS JUZGADOS DE FAMILIA
Preciosa Película. Es absolutamente elegante el tratamiento que da a la pérdida de la inocencia, la tensión y el mundo de los niños.
Recomendable, para quienes disfrutan de las pausas y el silencio.
¡Bien por el cine chileno!
Me gusta que se haya analizado la trama desde la visión de una niña de 10 años. Creo, que verlo desde ese prisma, hace mucho más dramático el proceso de despedida de esta familia. Puede que la línea en sí del film sea relajado, pero percibir cada emoción y vivencia desde los ojos de un niño, nos conmueve aún más.
Muy buena columna.