Por Marco Antonio de la Parra
@marcodelaparra
Porque emociona, porque cautiva, porque cada cuento es una construcción perfecta.
Porque consolidó el realismo a la canadiense y dio estatura a lo mínimo, lo sutil, lo delicado.
Porque no le hace remilgos a hablar del amor y toca todos los corazones.
Porque libros como “La vista desde Castle Rock”, su fragmentaria autobiografía, dejan un nudo en la garganta.
Porque no ofrece dificultades y se lee gozosamente en voz alta.
Porque sus personajes se parecen a cualquiera de nosotros. Porque hace mucho rato anunciaba su retiro tras una enorme cantidad de cuentos de calidad superlativa. Porque su escritura tiene lo mejor de la narrativa femenina, diáfana, limpia, transparente. Porque llegó para quedarse. Porque escribió sobre lo menor sin grandes épicas. Porque posee una delicadeza magistral.
Porque la puede comprender todo el mundo, toca el alma, tiene el genio de lo leve y al mismo tiempo profundo. La leerán y querrán seguirla leyendo.
Porque sus libros están en Chile.
Porque tengo libros suyos que me miran vírgenes. Porque siempre fue una maestra.
Porque demuestra que el cuento corto es un género mayor y Alice Munro una de sus cumbres vivas.