Por Ana Josefa Silva V.
@ana_josefa
“PARADISE: LOVE” es la primera película de una trilogía —que puede verse unitariamente— que le valió al director austríaco Ulrich Seidl entrar a la Selección oficial del Festival de Cannes en 2012 y a Margarete Tiesel, su protagonista, ser nominada a los premios del cine europeo. Es decir, se trata de ese tipo de producciones que tanto lamentamos no tener en nuestras pantallas.
Teresa (Tiesel, ¡notable!), una austríaca cincuentona de cuerpo estropeado por un importante sobrepeso, deja a su hija adolescente en casa de una amiga para hacer un viaje a un resort en Kenia. Lo que Teresa busca es vivir alguna clase de romance y lo que ofrecen las playas del país africano es turismo sexual, donde a las mujeres como ellas se las conoce como “sugar mamas”. Mientras las turistas blancas se tienden en los sillones con lonas al sol, frente a ellas, en la playa misma, jóvenes nativos, guapos y ágiles, esperan que alguna se allegue a la arena y el mar para venderles collares, pulseras o cualquier otro objeto inútil con una insistencia exasperante, con el ulterior propósito de concretar lo que en realidad ellas han ido a buscar. También las esperan en motos o bicicletas para llevarlas a pasear a sus aldeas. Inge, la más decidida del grupo, ya ha elegido a su “beach boy”, mientras Teresa busca al suyo.
Sumergida en medio de todos los clichés de los tours oficiales del grupo, Teresa es de una candidez primermundista asombrosa. Los chicos de la playa, en cambio, lo tienen todo claro y saben, entre otras cosas, que la transacción no ha de ser directa. Así, la mujer, que intenta enseñarle a uno de ellos cómo tener sexo con ella, termina encandilándose con Munga, simplemente por ser más astuto que el resto. Y, por cierto, Munga obtendrá de ella lo que quiere y la botará una vez que ya no le sirve. Lo singular es que Teresa habla de amor durante toda la película, un amor que ni siquiera su hija es capaz de corresponderle ni por mail ni por celular.
Para sus amigas del resort, en cambio, el asunto es simple.
Con escenas explícitas, desnudos masculinos sin pudor, el feo cuerpo de Teresa expuesto en situaciones carentes de lo que se llama erotismo, la película transcurre entre paseos, fiestas, risas y sexo, en un fondo, amén de patético, finalmente triste. Las entretenciones infantiles que organiza el resort y la música africana for export —que un quinteto toca en el hotel con menos entusiasmo que un grupo de zombies anémicos— son alternadas por las mujeres con sus aventuras con los chicos, que es lo que verdaderamente han ido a buscar. Notable e impactante la escena del cumpleaños de Teresa…
De gran crudeza, la película transmite la singular frialdad que se genera en estos tratos donde dominantes y dominados se intercambian, en una irónica y desolada forma de mirar las relaciones primer-tercer mundo, en el que al fondo campea el desprecio mutuo (harto más amable, sí, que la tragedia de Lampedusa).
En este caso, representado magistralmente por los cuerpos. Una desigualdad monstruosa, sólo comparable al PIB y la calidad de vida de un continente y otro.
IDEAL PARA: Ver cine distinto a Hollywood. No apta para espíritus delicados.
“Paradise: love”
Reparto: Margarete Tiesel, Peter Kazungu, Freundin Von Teresa.
Dirección: Ulrich Seidl.
Austria/ Alemania/ Francia, 2012.
Duración: 2 horas.
Mayores de 18
(Sólo en Cineplanet Costanera Center y La Dehesa)
INTERESANTE