Por Andrés Nazarala R.
Ya no se inventan sagas tan raras como las de Peabody y Sherman, un perro genio y un niño (su hijo adoptivo) que recorren la historia a través de una máquina del tiempo para encontrarse con revelaciones inesperadas, como por ejemplo que Beethoven estaba más interesado en cocinar que en componer música.
Este delirio disfrazado de programa educativo nació a fines de los 50 como un segmento de los programas “Rocky y sus amigos” y “The Bullwinkle Show”. Ahora los estudios Dreamworks lo reviven y transforman en largometraje, aprovechando la tecnología actual y contando con Robert Minkoff (“El Rey León”, “Stuart Little”) en la dirección.
Aunque pierde el toque camp de la oferta original, la película funciona con sus versiones apócrifas de la Historia, una ligereza que se mantiene de principio y una gráfica tridimensional que recuerda a la de otras apuestas de Dreamworks, como “Turbo”.
Bajo la aventura yace un mensaje sobre la paternidad que no se torna cursi ni majadero. Es que Peabody debe hacer todo por su hijo —y aprender a ser un buen padre— luego de que éste se pelea con una consentida compañera de curso que los meterá en problemas. La cinta avanzará entre la comedia de enredos y la travesía fantástica por distintos hitos históricos, entre ellos, la Guerra de Troya y el reinado de María Antonieta.
Con todo, “LAS AVENTURAS DE PEABODY Y SHERMAN” no es una de esas películas que trascienden su estreno, como buena parte de las ofertas de Pixar o la recientemente estrenada “La aventura de Lego”. Predecible y no exenta de lugares comunes, está más cerca de la corrección que de la genialidad. Pero así es el disparejo panorama actual de la animación para niños, donde el objetivo siempre será el mismo: ser innovador sin perder la compleja misión de entretener al público infantil.
IDEAL PARA: Dog lovers
“LAS AVENTURAS DE PEABODY Y SHERMAN”
(“Mr. Peabody & Sherman”)
Dirección: Rob Minkoff.
EE.UU., 2014.
Duración: 1 hora 32 minutos.
TODO ESPECTADOR
ENTRETENIDA