Por Francisco Javier Bernales
Afortunadamente, la música de Bellini y la alta calidad musical de la puesta 2014 de “Los puritanos” salvaron la campana ya que la escenografía y la regie perjudicaron lo que podría haber sido una función redonda.
Ya sabemos que los regisseurs, en los últimos tiempos alrededor del mundo —y siempre con la venia de los directores de teatros, especialmente los europeos—, se dedican a interpretar a su gusto y arbitrariamente lo que el autor después de larguísimos períodos de arduo trabajo logró crear, si bien es cierto que el argumento de “I Puritani” no resiste análisis por lo absurdo y poco creíble, al menos el regisseur podría tratar de ayudar con una puesta realista, como esa bella que hace un tiempo creó Ramón López.
Esta vez, si es que alguien trató de entender el argumento y siguió las letritas de arriba, terminó más confundido, ya que se encontró con una escenografía en la que había algo así como el hall de entrada de un edifico moderno con paredes brillantes de mármol negro y tres entradas que asemejaban ascensores a cada lado. Estuvieron toda la obra y sólo se agregaron lámparas que subían y bajaban, muebles, arena de playa en el piso y proyecciones como la del bosque al final, pero sin sacar los ascensores de los costados, en ocasiones se abría el techo y aparecía el coro.
Capítulo aparte fue el vestuario en que “Matrix” con Neo y Morfeo y sus largos abrigos estuvieron muy presentes. Basta ya de interpretaciones al gusto del regisseur, ojalá vuelvan los tiempos en que ellos se destacaban por acercarse lo más posible al original y aportar una producción de calidad como lo fueron Visconti, Zeffirelli, y tantos otros.
En lo musical sí que tuvimos una función de lujo, partiendo por la estupenda y adecuada dirección orquestal de José Miguel Pérez-Sierra, la orquesta sonó extraordinariamente bien y sus tiempos fueron los exactos y necesarios para lucir el belcanto Belliniano. El Coro cantó en forma deliciosa, su sonoridad mejora en cada nueva representación. ¡Qué lujo! Pablo Castillo y Exequiel Sánchez, nos demostraron una vez más que Chile tiene buenos cantantes, Evelyn Ramírez como Enriqueta de Francia, lució más acontraltada que otras ocasiones y nuevamente reafirmó su extraordinaria calidad. El tenor georgiano Shalva Mukeria nos llevó a los tiempos de Schippa o Tagliavini, con esa escuela delicada en que la voz es flexible y puede apianar o agrandar cuando se requiere, posee una emisión de tamaño normal, con un timbre de color claro con gran certeza en agudos y sobreagudos, voz muy pareja, tremendamente musical y enfático en su interpretación de Lord Arturo.
Por su parte, la Elvira de Nadine Koutcher fue una clase de belcanto, voz muy agradable de extrema facilidad en el sobreagudo, muy dúctil en su legato, buena actriz, transmite las emociones y llega al público, que la ovacionó. El bajo Ruso Sergey Artamonov como Giorgio fue otro grande sobre el escenario, muy buen volumen, voz pareja y bien timbrada, se notó su experiencia, dominó a cabalidad la escena y fue también ovacionado. El barítono chino Zheng Zhong Zhou como Riccardo fue quizás algo más débil que el resto, fundamentalmente por su volumen vocal de menor intensidad que los demás. A medida que avanzó la función, mejoró bastante, es un buen cantante, que se adaptó muy bien al estilo de la obra y su actuación fue de las mejores. Su emisión es algo dispareja y su timbre es de barítono ligero, que no es exactamente el ideal.
Función absolutamente recomendable. No es común contar con un elenco de esta calidad, se recomienda asistir sin ninguna duda, preocuparse de gozar la música y que no le importe lo que pasa arriba del escenario. La música es lo que manda y nada ni nadie podrá pasar sobre ella. Basta con cerrar los ojos y dejarse llevar por Bellini, el más grande belcantista de todos los tiempos.
Don Ricardo, talvez desde la galería no se nota lo comentado.
Don Martín mis apellidos son bien chilenos y me siento orgulloso de ellos, pero el origen gitano se presta mas para carpa de circo y no para entender un argumento operatico, ni menos en un teatro.
Y por ultimo con todo respeto Don Cristian, si bien es cierto que opinar sobre un espectáculo, como es esta representación, no es fácil ni menos del gusto de otros, porque en gustos no hay nada escrito dice el dicho, pero cuando se paga para ver, lo menos que se puede esperar es que valga la pena que sea todo, digamos normal, casi a la antigua, como fueron la orquesta, el coro y los actores, excelentes.
Se nota que Jorge Muñoz Salgado no fue a ver la obra sino a otear a los demás.
Muy buena, casi excelente si se grabara y se viera en casa, con buenos asientos, con espacio enfrente y sin el “populacho” comiendo, sacando fotos a la lampara y a cuanto objeto brillara, se noto que hubo reparto popular gratis, salieron de la bodega de la oficina y se sentaron en este salón teatro, se sacaron el veston uniforme, el chaleco y arremangarse la camisa llamaron, para ellos el regisse fue lo máximo, era como seguir en la oficina, solo que también estaban los hijos que deberían soportar tres horas de un canto raro, pero era gratis.
Me pregunto si habrá un siglo futuro de entendimiento de estas masas, o las mantendrán en su nivel para gobernarlas.
Que comentario mas desafortunado, siguiendo su argumento “es cosa de mirar el abolengo de sus apellidos”
yo creo que la hora del posteo perjudico su comentario…
La Segunda debería borrar este tipo de comentarios que no tienen relación al tema