Por Andrés Rodríguez P.
Director del Teatro Municipal de Santiago
A menudo nos sorprendemos con el comportamiento del público en materia de preferencias artísticas o culturales. Es fácil prever que Paul McCartney, Bono o Luis Miguel llenarán dos o tres veces el Movistar Arena o el Estadio Nacional. Allí no hay problema con el precio de las entradas. Son espectáculos con una gran producción escénica, con impresionantes equipos de sonido, pantallas gigantes de última generación y los más sofisticados aparatos de iluminación.
Distinta es la realidad de los teatros cerrados, cuyo objetivo es hacer música clásica, sinfónica o de cámara, teatro, danza, ballet, y ópera. Requieren de otro tipo de elementos para captar la atención del público: la calidad de la orquesta, de la compañía de danza o el montaje. Se requiere programación atractiva, solistas con carisma y mucha calidad. Porque en espacios cerrados no hay lugar para el error.
El público es parte esencial de cada espectáculo. Su atención se percibe de inmediato en el escenario, y motiva la entrega de los artistas. Basta recordar el estado delirante del público en el reciente recital de Plácido Domingo y Verónica Villarroel. Nunca se puede menospreciar al público.
Otro ejemplo: cuando el Teatro Municipal presentó en julio pasado la ópera Lakmé, hubo muchos que pensaron que sería un fracaso, pues no era conocida por el público lírico, ya que se había representado solo una vez en Chile, en 1904. La obra, sin embargo, se transformó en un éxito sin precedentes, con 6 funciones que vendieron cientos de entradas, y con un público que apreció su música y celebró ruidosamente cada función.
Hasta hace algunos años se pensaba que al público chileno no le interesarían las óperas de Wagner o Mozart, porque sus preferencias estaban en la ópera italiana. Gran error. Ambos compositores han demostrado en el tiempo ser tan taquilleros como Verdi o Puccini.
Al público lo que le interesa es la calidad, los buenos intérpretes (sean éstos conocidos o no), las presentaciones cuidadas, donde no se dejan detalles al azar. Le interesa conocer obras nuevas, que lo desafíen y que le permitan ampliar sus gustos y conocimientos. En definitiva, el público apreciará la calidad cuando todos los elementos que componen un espectáculo están en armonía.
Andrés Rodríguez, tiene la desfachatez de autofelicitarse, sin lugar a dudas el siempre respaldara la programación y siempre la considerara de calidad ya que el es el gestor, Además ha usufructado por varios años con una Remuneraciones y Gastos de Representación Fabulosos, donde la Municipalidad de Santiago y el Ministerio de Educación deben Transferirles grandes sumas de dinero para que disfrute un sector de la Ciudadanía,su Medida es decir los priviligiados, hay nadie cuestiona nada y todos pasan a ser complices de este hecho, además tiene una Clauxula de Salida Millonaria, hecha a su Medida, ojala que la Alcaldesa le ponga termino a esta Siinverguenzura.