Por Francisco Javier Bernales
Por el Teatro Municipal han pasado todo tipo de espectáculos, pero siempre predominando aquellos llamados doctos. Desde sus inicios fue además el centro de reunión de la sociedad santiaguina. Hasta hace pocos años sólo se podía entrar con corbata.
A raíz de las polémicas que se han generado últimamente con la representación en sus tablas de grupos populares y además por el próximo alejamiento de Andrés Rodríguez, quien ha sido su director por más de tres décadas, se podría decir que estamos ad portas del fin de una era, y eso genera incertidumbre en quienes ven al Teatro Municipal como un templo intocable que será profanado al ingresar las hordas populares a presenciar espectáculos de baja calidad.
Que entren las hordas populares, al contrario de los temores, sería el mayor de los premios para un país que debiera culturizar a quienes no tienen acceso a espectáculos de calidad.
La gestión de Andrés Rodríguez ha sido muy buena, se ha podido acceder a espectáculos de gran calidad, pero siempre bajo el concepto de que eso cuesta caro. El Teatro ha hecho esfuerzos. No olvidemos que la Municipalidad con su Corporación Cultural financia el costo de mantener una orquesta, un coro y el personal necesario para administrar el recinto. No es poca cosa. Los privados compran algunos espectáculos a puertas cerradas, que sirven para prorratear las demás funciones en que la venta de entradas no es suficiente.
Sin embargo, desde hace tiempo se suele ver espacios vacíos en funciones de calidad, este fenómeno se debe a dos cosas: el poco interés de aquellos que tienen los medios, y la falta de recursos de aquellos que sí están interesados.
Confiamos en que la futura administración pueda conjugar aquello y buscar el financiamiento para que las clases medias y de escasos recursos puedan acceder también a aquellos espectáculos que la clase pudiente desecha por falta de interés.
Lo importante es que no se pierda la esencia misma del Teatro, que es la música de buen nivel. Ojalá no se baje la calidad para llenar el teatro de gente.