Por Francisco Javier Bernales
Un bello cierre de temporada, especialmente por la producción innovadora y acertada de Miryam Singer y la adecuada iluminación de Ramón López, es el montaje de “La Flauta Mágica” (Mozart) en el Teatro Municipal.
Una puesta muy interesante y llena de novedades, a la que se agrega una muy cuidada dirección de escena llena de detalles que hicieron en momentos reír y aplaudir al público: baste recordar la simpática aparición de los papagenitos.
Por otro lado, y aprovechando los recursos de la multimedia, echa a volar la imaginación con notables cuadros, como el de la pirámide o la combinación con elementos corpóreos como la aparición de la Reina de la Noche.
Realmente debemos felicitar a Myriam Singer por habernos entregado una puesta muy profesional y bella y además por no haber caído en la tentación de intentar lucirse cambiando el argumento y creando una estupidez como suele pasar mucho hoy en día en el mundo y también en Chile en que desgraciadamente ya hemos tenido que sufrir en carne propia con algunos montajes ridículos.
En lo musical, el maestro Chudovsky optó por una orquesta más pequeña y de sonoridad menos invasiva, como en la época de Mozart. Esta vez la orquesta pasó a segundo plano y nos entregó una lectura correcta, con tiempos muy definidos, sin acelerar innecesariamente ni tampoco aburrir.
En lo vocal, un muy buen Papageno de Adam Cioffari, voz de volumen y timbre adecuado al rol. Muy buen actor además, Joel Prieto nos impresionó por su bella voz en todos los sentidos: timbre, volumen, musicalidad, un gran tenor que logró un excelente Tamino.
Lo mismo que la Pamina de Anett Fritsch, gran artista, hermoso timbre de respetable volumen y musicalidad al 100%.
In-Sung Sim nuevamente nos impresionó con su definido, transparente y obscuro timbre de bajo, en Sarastro; es una voz de aquellas que no se olvidan, un gran bajo.
Jennifer O’Loughlin en la Reina de la Noche, seguramente estaba enferma, porque sería inconcebible pensar que alguien va a viajar tan lejos para desafinar, no dar las notas en las únicas dos arias que canta, y tampoco tener la coloratura adecuada; se traslucía un desequilibrio en su intervención. Si es efectiva nuestra presunción, recomendamos avisar al público en el futuro ante una situación similar.
Andrea Betancur como Papagena, impensable haber encontrado mejor elemento ya que aparte de sus cualidades vocales y actorales, su estatura ayudó a dar un extraordinario impulso a su rol. Excelente.
Daniela Ezquerra, Nancy Gómez y Gloria Rojas en las Tres Damas no siempre afiataron en la sonoridad requerida para éste difícil rol tres en uno; hubo momentos en que costó sentir la dulzura mozartiana al oírlas al unísono; no así individualmente, en donde por separado son muy buenos elementos.
Los tres genios de Carolina Grammelstorf, Valeria Severino y Constanza Olguín sí lograron sonar parejas y acordes al otro rol tres en uno de la obra.
Monóstatos, difícil personaje que Gonzalo Araya logró perfectamente: su tesitura es difícil y si le agregamos la actuación, se merece un siete.
Rodrigo Navarrete fue un Orador impecable, lo mismo que Luis Rivas como segundo Sacerdote. Pedro Espinoza y Cristián Lorca como hombres armados completaron un elenco de muy buena calidad que junto al Coro del Teatro Municipal, que nunca nos defrauda, cerraron una temporada 2014 que nos hace ya pensar en el 2015 y tener fe en que la ópera seguirá triunfante en nuestro Coliseo.
Ninguna de las “reinas de la noche” pudo con los sobreagudos de las respectivas áreas. Estas son las consecuencias de tener a personas tipo Andrés Rodríguez, que no son músicos sino aficionados que se pagan sendos viajes por Europa para “elegir” cantantes según lo que creen que es un criterio vocal. Así no más con el nepotismo y la burocracia.