Por Marco Antonio de la Parra
@marcodelaparra
Dos novelas sin ficción, cargadas de viajes, preguntas e investigación; dos fascinantes recorridos por mundos muy distintos.
“El impostor”, del ya muy avezado escritor español Javier Cercas, se publicó a fines del 2014 en España y estuvo entre los mejores libros del año. Con una escritura espléndida, Cercas inicia la investigación de Enric Marco, un veterano catalán que vivió mintiendo sobre sus desventuras en la historia de Europa, llegando a ser dirigente obrero, presidiendo la asociación española de sobrevivientes del Holocausto, asegurando haber sido un anarquista perseguido por el franquismo, conmoviendo a las masas, sumergido en lo que Cercas llama mediopatía: pasión por salir en los medios.
El caso estalló por el trabajo de un historiador acucioso que fue descubriendo las inconsistencias de su discurso y Javier Cercas decide investigar. ¿Por qué la mitomanía? ¿Por qué transformar la vida en ficción? Surgen preguntas sobre la necesidad de la mentira con un análisis que también cala hondo en nuestro pueblo: la transición española quizás construida sobre un cúmulo de falacias.
William Ospina, el colombiano que García Márquez prácticamente bendijo como su sucesor, en “El año del verano que nunca llegó” toma ese particular verano de 1816 que efectivamente no existió, y se centra en dos hechos particulares: la amistad entre Lord Byron y Shelley -dos poetas tan distintos que compartieron el romanticismo y fueron figuras rampantes de su época- y la noche de ese verano. Surgió la famosa apuesta de quien podía escribir el relato más terrorífico y Mary Shelley, la mujer del poeta, compuso esa obra maestra que es “Frankenstein”, donde el lector poco avezado suele confundir a la criatura con el creador, el médico que se transforma en este nuevo Prometeo y donde también Polidori inventó al vampiro.
Ospina entra y sale de la novela que recorre sus viajes y, como Cercas en “El impostor”, reflexiona, participa, se interroga, dejando de fondo su mundo de escritor para ser devorado por esa noche impresionante en la Villa Diodati.
Ambos, viajes a través de la historia y la literatura; embriagadores y fascinantes. Para los que buscan ficción y los amantes de la historia.