Sorprendente Papa Francisco
Las entrevistas y declaraciones del Papa siguen sorprendiendo y molestando, como a otros entusiasmando, en el seno del catolicismo. Su lenguaje es directo y se atreve a enfrentar las dificultades y problemas que encuentra la Iglesia, ya sea en la centralidad de la Curia Romana a la que ve como preocupada más bien de sí […]
Las entrevistas y declaraciones del Papa siguen sorprendiendo y molestando, como a otros entusiasmando, en el seno del catolicismo.
Su lenguaje es directo y se atreve a enfrentar las dificultades y problemas que encuentra la Iglesia, ya sea en la centralidad de la Curia Romana a la que ve como preocupada más bien de sí misma, y no tanto al servicio de toda la Iglesia e instrumento que ayude al Papa en el gobierno de ella.
El ideal de gobierno pastoral de la Iglesia del Papa Francisco es el de la colegialidad más que el de una monarquía piramidal, y parece inspirarse en las formas de gobierno que el cristianismo tuvo en el primer milenio, donde los patriarcados ejercitaban un tipo de gobierno más colegial y donde los sínodos y concilios jugaban un papel muy importante.
La reforma de la Curia Romana que quiere hacer el Papa parece que va en esta línea y que los organismos curiales sean un servicio y no instancias autorreferentes y meramente contraloras.
Está por verse si se pronuncia acerca de cómo se generarán los nombramientos episcopales, que desde el siglo XIX en adelante dependen casi exclusivamente de la Santa Sede a través de los nuncios y la congregación para los obispos que asesora al Papa.
En la Curia hay diversos pareceres, lo que es normal, pero que no debieran formar partidos que se opusieran entre sí, como fue en un pasado no tan remoto, en los siglos XVIII y XIX y en parte en la actualidad, como tampoco grupos de presión.
Lo que el Papa parece restaurar es la centralidad de Jesucristo, ya que el cristianismo es la aceptación de El y su acción salvadora, y no una mera conducta moral, ya que ésta es una consecuencia de la fe en el Dios de Jesucristo, que invita a vivir de una determinada manera.
Por ello el Papa se refiere a aquellas personas que no estando en plena comunión con la Iglesia, por doctrina o conducta, para que se sientan que a pesar de lo que quiera que sea, no deben sentirse excluidas. No otra cosa hizo Cristo en la tierra cuando cenaba con Zaqueo, buscaba a las ovejas perdidas, perdonaba a la adúltera y tenía una mirada bondadosa con los pecadores.
Cristo no justificaba las conductas negativas, ya que siempre decía, no quieras pecar más. Así veo yo al Papa Francisco, que no reduce ni cambia la radicalidad del Evangelio, pero que lo presenta a todos, como Cristo que buscaba a quien estaba extraviado o perdido.
El Papa tiene como trabajo apostólico para la Iglesia el cambiar la acentuación, de un moralismo a un anuncio de Cristo Salvador, en una Iglesia que mira al mundo sin desconfianza y que le presenta a él un camino de liberación profundo y de fraternidad. No es que el derecho de la Iglesia y su doctrina moral vayan a ser abolidos, sino que ellos son consecuencia de la fe en su Divino Fundador.
San Pablo en dos de sus epístolas afirma que Cristo recapitula todo; es decir, que todo queda incluido en su obra redentora. Si esto es así, nadie queda fuera, aunque sean diversos los modos de pertenecer a la Iglesia.