De abusos y abandonos
Dícese que son tiempos de sensibilidad ante los abusos y de reparación estatal por los abandonos. ¿Será verdad? No dudo de estos ánimos hoy extendidos, pero claramente esa sensibilidad no abarca a todos. El martes pasado llamé a Juan de Dios Fuentes, ex intendente de Chillán del Presidente Allende, preso y torturado después del golpe, […]
Dícese que son tiempos de sensibilidad ante los abusos y de reparación estatal por los abandonos. ¿Será verdad? No dudo de estos ánimos hoy extendidos, pero claramente esa sensibilidad no abarca a todos.
El martes pasado llamé a Juan de Dios Fuentes, ex intendente de Chillán del Presidente Allende, preso y torturado después del golpe, y que bajo dictadura se recluyó en un predio familiar de tamaño mediano en Pidima, IX Región, zona de baja productividad agrícola dedicada al trigo, ganado y bosques.
La semana pasada desconocidos iniciaron cinco focos de incendio en sus tierras, dos de ellos en un bosque nativo con árboles de hasta 300 años. Bomberos y brigadistas temían entrar a apagarlos, porque reciben disparos, como lo pudimos constatar todos con las imágenes de los helicópteros.
Tiene protección policial en su casa las 24 horas de cada día. Sólo en su predio lleva 11 carabineros heridos y uno muerto. Hay un solo detenido. Otros dos identificados pidieron asilo político en Bolivia y les fue concedido por el gobierno de Evo Morales. Hace poco tiempo, desde unos 300 metros dispararon con M 16 contra su mujer que estaba en la terraza. La bala pasó a centímetros de su cabeza y se incrustó en la casa.
La violencia se ensaña especialmente con campesinos pobres, me dice Fuentes, muchos de ellos de sangre mapuche, que también son víctimas de esta violencia. Menciona el asesinato del concejal socialista Héctor Gallardo Aillapán, muerto a balazos cuando acudió en defensa de su hermano y cuñada, antes amenazados para que abandonaran su parcela, atacados por cuatro encapuchados que irrumpieron en su casa. Agregó el caso de uno de sus trabajadores: lo mataron quemándolo vivo dentro de su vivienda. Relató el caso del matrimonio de Dionisio Torres, ambos lisiados, pobres y de unos 70 años, amarrados mientras quemaban su vivienda.
Luego me enteré de que no son una excepción. Muchos en la zona lo han vivido, todos lo esperan. Son los pobres e indefensos que no pueden resistir. Abandonan sus modestas fuentes de subsistencia y se trasladan a morir de pena y miseria en otros lugares.
Fuentes me habló del fracaso de la inteligencia policial y de la conducta de los jueces. Mencionó el elocuente caso de un grupo de individuos que destrozaron su vehículo frente al juzgado de Collipulli. Fueron capturados, pero el juez los soltó previo pago de una multa de $22.000, más la promesa de que no lo harían de nuevo. Fuentes ha sufrido más de 70 ataques a su predio, se han abierto más de 70 causas judiciales, ninguna condena. Según él, estos asesinos de disfraz político, ajenos a la mayoríadel pueblo mapuche, actúan en la más absoluta impunidad. Me encantaría conocer qué opina al respecto el presidente de la Corte Suprema, que tan airadamente rechaza las críticas al Poder Judicial.
Sin duda hay mucho pendiente con el pueblo mapuche. Entregarles tierras es parte de eso. Pero el Estado, sus poderes, todos como nación tenemos en esto no una tarea, sino dos: reparar las injusticias y despojos sufridos por el pueblo mapuche, y reconocerlo como tal; pero también asegurar que eso no se hace a costas de abusos a otros chilenos, de abandono a otras víctimas de violencia y de desentenderse de la vigencia e imperio de la ley, sea por temor o negligencia. Estas dos misiones son inseparables y la ausencia de una es el fracaso de ambas. Se han entregado miles de hectáreas, se han ideado o implementado decenas de iniciativas reparadoras y no hay duda de que la violencia ha aumentado, en vez de disminuir. Mientras los poderes del Estado no asuman convincentemente ambas responsabilidades, están condenados a fracasar y desprestigiarse.
Me pregunté si era progresista hacer la vista gorda o manifestar comprensión con esta violencia en aras de la causa mapuche. Concluí que no: toda violación a los derechos humanos ha sido siempre arropada por quienes hacen la vista gorda o “las comprenden”.
Por lo demás, hoy, en Chile al menos, no hay causa alguna que pueda convencer y movilizar mayorías, sustentándose en abusos, amenazas, crímenes y violación a los derechos humanos.