Dos semanas tensas por delante
De aquí a fin de mes tenemos dos semanas realmente intensas. Por un lado, esperamos el fallo de La Haya, precedido de todo tipo de rumores, opiniones y conjeturas, a mi juicio todo infundado, pero que efectivamente podría remover en grado 8,5 el ambiente político. Por otro lado, esperamos el primer gabinete de Bachelet, una […]
De aquí a fin de mes tenemos dos semanas realmente intensas. Por un lado, esperamos el fallo de La Haya, precedido de todo tipo de rumores, opiniones y conjeturas, a mi juicio todo infundado, pero que efectivamente podría remover en grado 8,5 el ambiente político. Por otro lado, esperamos el primer gabinete de Bachelet, una prueba nada de fácil en que debe acomodar demasiados partidos, los que, si bien parecen tener un principio general de acuerdo sobre un programa, se quedan en los titulares y las intenciones.
Ahí es donde aparecen las enormes diferencias ideológicas entre estos partidos, las cuales se verán en las decisiones sobre la velocidad de avance de las reformas (expectativas) y en las transacciones con la oposición que son siempre necesarias en la política.
Hoy, con unos 1.000 cargos que acomodar, la política está aburridona, ya que muy pocos en la oposición se atreven a opinar públicamente de nada, pues podrían afectar sus posibilidades de ser nombrados. Una vez definidos los cargos y empoderados los partidos en sus nuevas áreas, la cosa será muy diferente. Especialmente interesante será la designación de los superintendentes, por la fiscalización. Me atrevo a pensar que el gabinete debiera nombrarse finalmente post La Haya, simplemente por prudencia elemental y porque sería razonable.
Los elementos que entrarán al análisis público de este gabinete serán el peso relativo de los partidos, las paridades de género y si efectivamente habrá una buena cantidad de caras renovadas o será nuevamente una amplia repetición de platos viejos. Yo creo que habrá sorpresas, porque será muy difícil poder dejar realmente satisfechos a la DC, PC, PPD, PS, IC, PR, MAS, PRI, y a otros cercanos que recibirán premios de consuelo para garantizar su cercanía al gobierno. Sobre el gabinete, no tiene mucho sentido hacer especulaciones ahora, sólo preparar la cancha.
También en estas semanas sabremos el alcance de lo que pasará con RN y la UDI. Particularmente RN, que se desangra día a día sin que se vea aún donde va a parar el quiebre. Las renuncias probablemente van a seguir y todavía no ocurren las de mayor peso, creo yo. Los que se han descolgado hasta aquí no tienen peso político para iniciar realmente un nuevo movimiento. Necesitan un par de senadores, algunos intelectuales, quizás figuras emblemáticas y alguna cercanía clara a las fuentes de financiamiento.
Las directivas de los dos partidos de la centroderecha deberán ser renovadas sí o sí, y vemos nuevos movimientos que ya aparecen en el horizonte, haciendo más rico y diverso a ese sector nacional. Todo parece indicar que Ernesto Silva podría asumir la dirección de la UDI, lo que sería una gran decisión de cambio en ese partido y quizás el inicio de la nueva UDI “clase media”, a diferencia de la UDI popular, recogiendo algo que es evidente en el Chile de hoy.
Por parte de RN, el hombre fuerte será sin duda Andrés Allamand y el nuevo presidente del partido probablemente sea Cristián Monckeberg, buscando un poco de calma en la mesa directiva. Por cierto, una gran incertidumbre mantiene el Presidente Piñera en relación con sus actividades políticas cuando deje el gobierno. Para eso aún tenemos que esperar un tiempo. Todo parece indicar, sin embargo, que efectivamente abrirá los espacios necesarios para el nacimiento de la nueva derecha liberal, tan anunciada en su gobierno y tan necesaria para abrir la votación del centro. La imagen de su gobierno se engrandecerá con el tiempo y eso juega a su favor.
En suma, son dos semanas críticas en nuestra política y debemos estar muy atentos a las señales, ya que lo que ocurra ahora tendrá enormes implicancias para nuestro futuro. Esperemos que todo sea para mejor en todos lados.