La política, la ciencia y el futuro
La política chilena es percibida por la poblacióncomo un espacio de perpetuas peleas, conflictos egóticos y disputas de poder menudo. El efecto de esa escenificación deja a esa actividad, aquella en que la comunidad establece sus reglas fundamentales de convivencia, muy desprovista de legitimidad. Sin embargo, hay momentos en que la política logra elevar su prestigio. […]
La política chilena es percibida por la poblacióncomo un espacio de perpetuas peleas, conflictos egóticos y disputas de poder menudo. El efecto de esa escenificación deja a esa actividad, aquella en que la comunidad establece sus reglas fundamentales de convivencia, muy desprovista de legitimidad.
Sin embargo, hay momentos en que la política logra elevar su prestigio. Esto ocurre cuando los ciudadanos se sienten interpretados por amplios acuerdos que permiten enfrentar difíciles contingencias. Es lo que esperamos que ocurra en relación con el fallo del tribunal de La Haya. También acontece en las escasas oportunidades en que esta actividad levanta su mirada y es capaz de enfrentar, más allá de la coyuntura, dilemas que están en el interés humano y que tienen que ver con un horizonte más largo.
Asistí como panelista al III Congreso del Futuro, organizado por el Senado de la República como resultado de una iniciativa que el senador Girardi tuviera años atrás. Esta actividad se propone reunir a científicos chilenos y extranjeros de alto nivel, con políticos y líderes comunitarios, para discutir los acertijos del trabajo científico de punta y sus efectos sobre la sociedad y las personas. Este debate futurista es, simultáneamente, una discusión respecto de la situación global y nuestro proyecto nacional; sobre los vínculos entre economía, ciencia y humanidades, y sobre la compleja correlación entre los desafíos productivos y el respeto al medio ambiente. Por sobre todo, es una contraposición entre la mirada corta que, a veces, imponen la exigencia cotidiana y el mundo de maravillosas oportunidades que el genio humano es capaz de imaginar con su trabajo infatigable de observación e investigación.
Esta no es una discusión encerrada en sí misma. Apunta a entusiasmar tanto a las comunidades de investigadores, en particular a los jóvenes, como a profesores primarios y secundarios. La idea no sólo es cumplir el propósito de incentivar la pasión científica reuniendo a personas comunes con Premios Nobeles provenientes de las naciones desarrolladas. De lo que se trata es de delinear un camino hacia un país en que el talento de las personas juegue el papel fundamental en su desarrollo. Dejar de depender, en lo sustantivo, de la extracción de materias primas no renovables, como 60 o hace 120 años. Este Congreso del Futuro se une al esfuerzo ya antiguo (pienso en nuestros intelectuales del siglo XX, como Aníbal Pinto y Jorge Ahumada) por imaginar que el buen destino de Chile está asociado a la escolaridad y creatividad de su gente, a la calidad de sus instituciones y a la capacidad de inventar, desde allí, una estructura productiva intensiva en conocimiento.
Por eso, construir una sólida institucionalidad de investigación e innovación tecnológica es decisivo, simbólica, económica y políticamente, para nuestra nación. La futura Presidenta planteó en su programa la creación de una subsecretaria de Ciencia, Tecnología e Innovación. El Presidente saliente propuso su idea de un Ministerio de la Ciencia y de la Educación Superior. Son hitos en esta ruta que emerge.
Iniciativas como el Congreso del Futuro se unen a otras, públicas y privadas, que elevan el nivel cultural y espiritual del país. Entre ellas, el Festival Santiago a Mil, el Festival de Cine de Valdivia o el evento Puerto de Ideas, que desde Valparaíso pretende iluminar, con lo mejor de las figuras intelectuales del ambiente contemporáneo, la reflexión sobre la sociedad y la convivencia social. Es un Chile distinto al que se aprecia en la vulgaridad de la farándula y en el cotidiano de la política, pero que avanza insobornable y aumenta, año a año, la amplitud de su convocatoria. Esas son buenas noticias.