Los desafíos de esta generación
Me hubiera gustado comentar el gabinete o el veredicto de La Haya, pero estoy fuera del país y no tengo la información apropiada para escribir sobre esos temas. La próxima columna retomará la contingencia, como corresponde. Cada generación tiene su misión, su tarea histórica. Yo pertenezco a la generación de los 70, que debió terminar la Guerra Fría, botar […]
Me hubiera gustado comentar el gabinete o el veredicto de La Haya, pero estoy fuera del país y no tengo la información apropiada para escribir sobre esos temas. La próxima columna retomará la contingencia, como corresponde.
Cada generación tiene su misión, su tarea histórica. Yo pertenezco a la generación de los 70, que debió terminar la Guerra Fría, botar el Muro, abrir la sociedad digital, construir definitivamente la sociedad más liberal y abrir también las puertas de la globalización acelerada. En Chile, esa generación sufrió un severo trauma a escala nacional y todos fuimos dañados de alguna manera. Una herida que está lejos de estar cerrada y que hemos pasado cobardemente a los jóvenes, porque no fuimos capaces de sanarla.
Me pregunté, entonces, cuál serían las tareas de la generación actual, entendiendo por eso a los jóvenes que ahora tienen entre 25 y 35 años y que mandarán en la sociedad en la próxima década. En mi opinión, las grandes tareas de esta generación son básicamente cinco.
La primera será tratar de entender cuál es realmente el desafío que tiene que resolver el sistema educativo y definir qué es una educación de calidad en el siglo XXI, saliéndose de las consignas ideológicas elementales. Esto tiene que ver con el metalenguaje postsimbólico, con la nueva mente tecnológica colectiva, con entender que la educación ocurre más allá de los colegios y las universidades; también tiene que ver con la reciprocidad dinámica, las redes, las nuevas carreras que se hacen necesarias y los sistemas de titulación, entre otras cosas. En ese siglo no sirven los economistas en el Ministerio de Educación, porque no entienden el problema central.
La segunda tarea es liberarse definitivamente de las dos ideologías que dominaron el siglo pasado, inútiles para enfrentar los desafíos del actual. De allí debe surgir un nuevo mapa político que supere la obtusa dicotomía entre derecha e izquierda, entendida como socialismo versus capitalismo. Los jóvenes deben empezar a pensar por sí mismos, con nuevas categorías y enfoques de una realidad acelerada, tecnológica y global. La pobreza material extrema abre paso a nuevas formas de miseria relacionadas con el acceso a la información y el conocimiento.
La tercera tarea tiene que ver con la tolerancia a la diversidad, partiendo por los géneros, las nuevas modalidades de familia y la inminente reproducción con asistencia tecnológica. Deben preocuparse de temas que pronto serán fundamentales, como la medicina genética, la clonación, la vida sintética, la convivencia con la inteligencia artificial y el auge de la mujer en la sociedad.
La cuarta tarea es enfrentar el cambio climático, un fenómeno francamente complejo que producirá impactos a la civilización que serán evidentes e irreversibles en las próximas dos décadas. La salida obvia, que sería detener el desarrollo económico, es literalmente inviable con una población mundial que ya supera los 6 mil millones de habitantes y que llegará a los 9.000 millones en treinta años más. Somos esclavos de la tecnología para subsistir y eso impone ciertas condiciones básicas al desarrollo.
La quinta y última tarea es digerir un nuevo cambio de cosmogonía que ya está en curso y que proviene, obviamente, de la ciencia. Por un lado, está el avance sorprendente en la teoría de la materia. Por el otro, avanza la idea de los multiversos, en vez de un solo universo, lo que entre otras cosas implica alterar nuestra concepción del tiempo. La manera en que estas nuevas cosmogonías van a cambiar a la sociedad todavía son insospechadas.
La suma de estas cinco grandes tareas tiene muchas y complejas ramificaciones. Lo único cierto, para esta nueva generación, es que estos desafíos no tienen solución en las ideologías obsoletas del siglo XX. Ojalá se atrevan a pensar en forma autónoma, creativa y generosa. Y ojalá que mi generación se los permita.