Capital y Trabajo en el gobierno de Piñera
El segundo capítulo de esta evaluación delgobierno de Sebastián Piñera —el primero fue hace quince días y versó sobre el crecimiento económico— es sobre capital y trabajo. Uno puede adoptar varios enfoques: el distributivo (qué participación del ingreso va a los trabajadores versus el capital), el de las relaciones entre trabajadores y empresarios, o el de la situación […]
El segundo capítulo de esta evaluación delgobierno de Sebastián Piñera —el primero fue hace quince días y versó sobre el crecimiento económico— es sobre capital y trabajo. Uno puede adoptar varios enfoques: el distributivo (qué participación del ingreso va a los trabajadores versus el capital), el de las relaciones entre trabajadores y empresarios, o el de la situación de los mercados por los servicios deltrabajo y del capital. Optaremos por esta aproximación.
En una primera lectura, el gobierno de Piñera fue bueno para los trabajadores: la tasa de desempleo cayó bajo 6%, sólo comparable a antes de la crisis asiática en 1997, el salario mínimo se incrementó y los salarios crecieron al 3% real anual. En parte, como consecuencia de lo anterior, la distribución del ingreso mejoró algo.
Sin embargo, esto se explica por el crecimiento elevado del PIB que, en promedio, caracterizó el período 2010-2013. Sin embargo, si es difícil asociar el crecimiento a políticas implementadas por el actual gobierno, más difícil aún es explicar la situación del mercado del trabajo comoproducto de medidas de los sucesivos ministros de esta administración. De hecho, veremos que las reformas en materia laboral son prácticamente inexistentes.
En los esfuerzos relativos que el Gobierno desplegó en reformas a los mercados del capital y del trabajo el desequilibrio es total: reformas de relevancia en el mercado de capitales, ninguna en el mercado del trabajo.
En mercado de capitales se mejoró la protección a los usuarios de servicios financieros. Este enfoque se explica por la crisis internacional de 2008-2009 que tuvo como consecuencia una profunda revisión en el mundo de los mecanismos de protección de los consumidores. En el caso de Chile lo anterior se vio reforzado por la crisis financiera de La Polar y por sus alcances políticos y sociales.
En este sentido hubo reformas importantes. Una no controversial es la licitación de los seguros de desgravamen para los créditos hipotecarios, dado que muchos bancos operaban con compañías de seguro relacionadas y el precio del paquete financiero era excesivo y difícilmente regulable.
Otra más controversial es el cambio en la Tasa Máxima Convencional. Aquí el punto álgido fue la potencial desbancarización de segmentos vulnerables de la población. El Gobierno piensa que no, la industria que sí. Me parece posible que se produzca una cierta desbancarización, pero lo será de aquellos consumidores riesgosos que hoy son subsidiados por los clientes de bajos ingresos pero de buen comportamiento de pago. Estos últimos debieran mejorar sus condiciones de acceso al crédito. La desbancarización de los segundos no es preocupante per se, pero requiere de parte de los intermediarios financieros mayor rigurosidad en el otorgamiento de créditos.
En el ámbito financiero, se aprobó la Ley Única de Fondos que homogeneiza el tratamiento de los diversos tipos de administración de patrimonios de terceros y favorece el desarrollo de esta industria. En Pensiones, se terminó de implementar la reforma previsional de 2008 y en banca se avanzó hacia Basilea III. Se creó el Consejo de Estabilidad Financiera y se presentó un proyecto de modernización de la Superintendencia de Valores y Seguros.
A nivel de comportamiento de las autoridades, es loable la actitud que tuvo en estos años la Superintendencia de Valores y Seguros para defender la integridad del mercado de valores.
El sector financiero ha sido uno de los sectores que explican el crecimiento y el empleo, y en parte ello obedece a la preocupación que hubo por fomentar su desarrollo.
Con esta evidencia como contexto, ¿qué hizo el Gobierno para modernizar el funcionamiento del mercado del trabajo? Cuestión de ver la Cuenta Pública 2010-2014 del Ministerio del Trabajo. El documento constata lo que ya hemos señalado: que se crearon empleos cuya calidad además habría mejorado. La pregunta es ¿qué hizo el Gobierno para lograr esto?
Se señala como logro el incremento en la tasa de participación femenina, pero no se dice que ello ocurrió de manera importante antes de 2010 y desde entonces se desaceleró (lámina 17). Luego se asocia este aparente logro al postnatal de 6 meses, el que tiene virtudes pero no (per se) en la promoción del empleo femenino. Se creó un Bono al Trabajo de la Mujer, pero los números son tales que por persona el gasto anual es de apenas ¡$ 27.000! Los bonos de capacitación y los de empleo joven fueron fortalecidos —venían de antes— pero difícilmente su impacto puede explicar la creación de empleo que se observa. Así, las medidas son pocas o son débiles. Lo curioso es que, un gobierno que se va, promete ideas futuras: proyecto de sala cuna, proyecto de trabajadora de casa particular, etc…
No hay mención a iniciativas de promoción del diálogo social, de fortalecimiento de la negociación colectiva o de solución de problemas importantes como el multi-RUT. Finalmente, la gestión de conflictos –—en particular los paros portuarios de 2013 y 2014— fue tardía y costosa para el país.
En el gobierno de Piñera ocurrió una cosa curiosa: hubo buenos resultados en materia laboral, pero no se pueden asociar a medidas implementadas por la administración. Esto contrasta con el esfuerzo realizado en materia de desarrollo del mercado de capitales, donde había más convicción y mayor capacidad de reacción frente a los desafíos que impuso la realidad.