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Consideraciones con flores blancas

Cuando los muertos llegan a 10, está preso el dirigente opositor Leopoldo López (de presencia reciente en Chile en un encuentro de la Internacional Socialista) y el arzobispo de Caracas pide “atender las justas demandas de los estudiantes”, el movimiento estudiantil venezolano llamó a seguir movilizado y “responder a la violencia con flores blancas”. ¿Por […]

Publicado el 24/02/2014

Cuando los muertos llegan a 10, está preso el dirigente opositor Leopoldo López (de presencia reciente en Chile en un encuentro de la Internacional Socialista) y el arzobispo de Caracas pide “atender las justas demandas de los estudiantes”, el movimiento estudiantil venezolano llamó a seguir movilizado y “responder a la violencia con flores blancas”.

¿Por qué los dirigentes de la Fech, que han sido comprensivos con la violencia de los encapuchados durante manifestaciones estudiantiles, reniegan de quienes resisten la represión con flores blancas y llamados a la no violencia? ¿Por qué omiten referencia a los muertos allá, mientras acostumbran denunciar la “brutal represión” a las movilizaciones en Chile, donde no hay muertos, los heridos son en su mayoría carabineros y todos los presos esa misma noche duermen tranquilos en sus casas? ¿Por qué es una democracia el país donde los dirigentes son encarcelados, los parlamentarios opositores destituidos, la prensa silenciada y lo sería menos su propio país, donde la prensa cubre ampliamente su acción y declaraciones, en tanto dirigentes de sus movilizaciones no son encarcelados, sino acogidos como parlamentarios electos?

¿Por qué quienes califican esa movilización como una “sedición” consideraron que la muerte de Kim Jong Il en la monarquía hereditaria de Corea del Norte merecía una carta de entusiasta saludo? Pero sólo hubo silencio para el asesinato político de parientes hecho público por su heredero, Kim Jong Un, y para el informe de la ONU sobre la violación de derechos que vive el pueblo coreano?

¿Cuánta coherencia se nos augura en estos actores para los cambios que, desde marzo, buscarán derechos mayores y más igualitarios para todos los chilenos y chilenas, y no sólo para algunos?

La discriminación en el trato a los atentados a la libertad, la democracia y los derechos humanos me alerta a estas alturas de la vida, porque la he conocido como característica de aquellos con vocación represiva: parten de la descalificación, para después perder todo límite si llegan al poder.

Hay de ellos en cualquier bando. El apoyo incondicional de la derecha a Pinochet es demasiado cercano para olvidarlo. Pero también existe en la historia de la izquierda mundial. Muestra flagrante es ese “envilecimiento de un sueño” descrito magistralmente por el cubano Leonardo Padura, en “El hombre que amaba los perros”. La defensa de la libertad, la democracia y los derechos humanos fue fundante de esa renovación socialista que jugó un rol decisivo en la recuperación de la democracia y arraigó en el corazón de izquierda de parte importante de nuestro pueblo.

La vida me ha enseñado algo sobre pistas para desentrañar verdades. Quienes invocan la violencia y la represión aduciendo razones nobles o agresores miserables para justificarlas, son habitualmente los del bando del poder con vocación represiva. En cambio, las masas populares lúcidas que enfrentan autoritarismos, siempre reivindicarán la no-violencia, sea en la India colonial, en la dictadura de Pinochet o ahora en Venezuela, porque saben que en el campo de las armas y la violencia llevan las de perder.

Puedo entender y respaldar las razones de Estado para ser prudentes: todo gobierno debe cuidar sus relaciones internacionales. Igualmente está bien que los partidos den leal apoyo a su gobierno. Pero no está bien que la sociedad y los aspirantes a representarla en partidos o movimientos callen en aras de lealtades a las políticas de Estado, o de discriminaciones ideológicas entre los que merecerían ser respetados en sus derechos y los que no.

Afortunadamente, el engaño y autoengaño de los pueblos hoy es más difícil que en tiempos de Stalin o Pol Pot gracias a las democracias, a la mayor transparencia informativa aportada por redes sociales y a un periodismo en tiempo real, todo lo cual ha ayudado a develar lo oculto. Para quienes abominan de la violencia política y creen en la libertad e igualdad de derechos de todos los seres humanos, es una buena nueva.

Jorge Edwards

  • El derecho a la historia

    “Chile ostenta una historia densa, compleja, que valdría la pena examinar con seriedad y cuyo examen sería útil”.

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