Cambios en la Presidencia, cambios en el Congreso
Se trata del cambio más promisorio en la era post-Pinochet. El primer traspaso de gobierno fue el más heroico. Las Fuerzas Armadas se arrogaron la tutela de su conducción, obligando a un sistema electoral binominal en que la mitad se fijó en un tercio y, si ello no era suficiente, había senadores designados que garantizaban romper el […]
Se trata del cambio más promisorio en la era post-Pinochet.
El primer traspaso de gobierno fue el más heroico. Las Fuerzas Armadas se arrogaron la tutela de su conducción, obligando a un sistema electoral binominal en que la mitad se fijó en un tercio y, si ello no era suficiente, había senadores designados que garantizaban romper el empate en el Senado en favor del viejo régimen.
El dictador permaneció como comandante en jefe. Se trató de un tablero político para maestros, uno de la guerra y otro de la paz. Patricio Aylwin venció, con sabiduría y paciencia, dejando al general definitivamente de cara a la cruel batalla que dirigió contra su propio pueblo. La maestría de don Patricio y su equipo elevó la búsqueda del consenso a un arte, para así poder avanzar en derechos humanos, justicia social y democracia.
El segundo traspaso fue a Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Nostalgia y futuro. Aceleró los procesos de crecimiento del país; fue golpeado los últimos dos años por la crisis asiática, la que debió dejar en manos de sus economistas para conducir durante 503 días y noches la liberación de Pinochet, preso en Londres. Soportó todas las presiones y entendió con celeridad las consecuencias de no regresar al militar retirado a Chile.Como hombre sagaz y con tenacidad admirable, consiguió traerlo al paíscomo fugitivo de la justicia gracias a un arreglo político singular.
El tercer traspaso fue a Ricardo Lagos. Pensó a Chile como un país grande y desarrollado. Continuó en la ruta de sus antecesores y trazó líneas de futuro. Pinochet terminó como senador vitalicio en este período, ya no existen más los senadores designados y se eliminan otras trabas a la democracia. Presenta el Transantiago, que tendría vacíos de diseño y en la capacidad de ejecución de la obra.
El cuarto traspaso fue a Michelle Bachelet. La Presidenta introduce en el país como elemento principal de confianza en la ciudadanía, la cercanía con la gente, el manifestarles cariño, un contacto directo y franco con diferentes sectores del país. Estos mismos factores en que se centró su fuerza contribuyeron a las manifestaciones estudiantiles, un panorama que se hizo más duro cuando debió responder por el mal funcionamiento del Transantiago. No se apartó, sin embargo, de sus principales programas sociales. Al comienzo y al final de su gobierno debió afrontar dos severos terremotos.
El quinto traspaso presidencial es a Sebastián Piñera. Hereda el terremoto y tsunami ocurridos en los últimos días del gobierno anterior. Realiza un trabajo de reconstrucción acertado, maneja la economía del país adecuadamente y se empeña en políticas sociales de importancia. Representa el primer gobierno de quienes, presumiblemente en su mayoría, apoyaron la dictadura de Pinochet. Declara que así como las FF.AA. merecen todo el respeto de la ciudadanía, deben excluirse aquellos que violaron los derechos humanos o que ocultan información sobre desaparecidos. Desafía a sus partidarios a que clarifiquen su actuación frente a las violaciones de los DD.HH., produciendo quiebres en su coalición.
Esto pasa a ser de importancia histórica para Chile. Se rompen las cadenas del Congreso. Por vez primera se entregará el gobierno con posibilidades de hacer leyes que no estarán sujetas al pensamiento perverso de la Constitución que nos rige, sino al resultado electoral.
El sexto traspaso de gobierno será a Michelle Bachelet. La esperanza de un Congreso libre donde hay mayorías y minorías recogerá toda la experiencia de la historia. El alto porcentaje de abstención en la última elección tiene que deberse a gentes cansadas del funcionamiento de nuestra política, que quieren más velocidad, más transparencia, más justicia, mayor igualdad. Ahora podemos, con diálogo y pluralismo, llegar a tener la política que Chile necesita para ser un país orgullosamente desarrollado en democracia.