• El Mercurio
  • Las Últimas Noticias
  • La Segunda
  • Soychile
  • Avisos Económicos
  • La Segunda Legales
  • Actualidad
  • Política
  • Economía
  • Espectáculos
  • Deportes
  • Contacto
  • Redacción
  • Debate de ideas
  • Sociedad Anónima
  • Cine, TV y Cultura
  • Deportes
Redacción
  • Inicio
  • Columnistas
    • Alfredo Joignant
    • Cristina Bitar
    • Eugenio Guzmán
    • Gonzalo Müller
    • Guillermo Larraín
    • John Biehl del Río
    • Jorge Edwards
    • Juan Carlos Altamirano
    • Leonidas Montes
    • Luis Eugenio Silva
    • Margarita María Errázuriz
    • Mariana Aylwin
    • Oscar Guillermo Garretón
    • Rafael Aldunate
    • Ricardo Solari
    • Sergio Melnick
  • Editorial
  • Foco político
  • Foco legislativo
  • Archivos
  • Cartas
Inicio» Columnistas » Alfredo Joignant » La izquierda tuerta

La izquierda tuerta

Por la vía de las coincidencias temporales y las amalgamas históricas, la crisis venezolana ha sido comparada con la crisis ucraniana y la de la Unidad Popular. Comparaciones rápidas, amalgamas fáciles, que carecen de método y sentido. Permiten, sin embargo, dejar en evidencia una constante de una parte de la izquierda chilena: la percepción conspirativa […]

Publicado el 03/03/2014

Por la vía de las coincidencias temporales y las amalgamas históricas, la crisis venezolana ha sido comparada con la crisis ucraniana y la de la Unidad Popular. Comparaciones rápidas, amalgamas fáciles, que carecen de método y sentido.

Permiten, sin embargo, dejar en evidencia una constante de una parte de la izquierda chilena: la percepción conspirativa que siempre acecha a los procesos revolucionarios, y que a menudo sirve para abdicar de las responsabilidades propias. La crisis venezolana es un caso más de abdicación y de adjudicación de culpas a moros, cristianos, diablos, fascistas, imperialistas y ángeles malditos. ¿Cómo explicar que la revolución bolivariana que reivindica libertades esenciales e igualdad encare con dificultad a movimientos opositores, especialmente estudiantiles, sin lograr que los valores y principios reivindicados hagan sentido, y en su lugar se traduzcan en represión y muerte? ¿Es completamente explicable la crisis venezolana apelando a conspiraciones de la burguesía financiera y del imperialismo estadounidense? La respuesta es no. Qué duda puede caber: las conspiraciones existen, y participan de lo que está ocurriendo, pero transformarlas en explicación final es ridículo.

Como intelectual de izquierda, me molesta la argumentación proveniente de una parte de mi propio mundo vital que relativiza lo que los gobernantes hacen en Venezuela, imputando todos los males y perversiones imaginables a fuerzas opositoras que no me gustan, pero cuya naturaleza supuestamente maligna no puedo aceptar. El ideólogo del chavismo, el sociólogo alemán Heinz Dieterich —que acuñó el vago concepto de “socialismo del siglo XXI”—, ha esbozado en estos días una feroz crítica al Presidente Maduro, quien carecería de “carisma”, de proyecto y capacidad de reacción ante los embates opositores.

Esa crítica de izquierda es interesante, aunque muy insuficiente, puesto que elude la dimensión ética de la acción propia y las restricciones que la democracia impone, suponiendo resuelto el mar de dudas que se origina en las restricciones que el propio capitalismo induce, y con las que es necesario lidiar de modo inteligente por la vía de las reformas. Nadie puede desconocer la legitimidad popular del Presidente Maduro, quien triunfó limpiamente en la última elección presidencial. Lo que la izquierda tuerta olvida es que la legitimidad que emana del sufragio universal no habilita a gobernar de cualquier modo, ni menos a reprimir sin responder por las consecuencias. En tal sentido, es posible advertir una real deriva autoritaria en el gobierno venezolano, la que nunca se observó durante el gobierno del Presidente Allende (que es la razón por la cual no es aceptable la amalgama), y que tampoco es comparable con el autoritarismo patriarcal que se observaba en el Presidente ucraniano, Viktor Yanukovich, hoy depuesto por vías legales.

La deriva autoritaria del proceso bolivariano es distinta y duele, porque no es posible quedar impávidos ante la bella retórica y las políticas que buscan satisfacer necesidades de pueblo, de ese enorme contingente de venezolanos pobres que vieron y experimentaron a Chávez y su régimen como una justa salvación de clase, y quedar al mismo tiempo indiferentes ante represiones y justificaciones del valor del orden revolucionario con escasa densidad moral.

En esta controversia se juega la conciencia moral de toda la izquierda. ¿Y qué hay de la conciencia moral de la derecha chilena y de sus credenciales democráticas que son elogiadas por el Presidente Piñera? Esbozos y cimientos, y sólo al cabo de varias generaciones será posible que la derecha criolla hable con autoridad acerca de la democracia y de lo que ella significa como modo de vida: Pinochet la marcó por décadas. Pero la figura del dictador no puede eximir a la izquierda de reconocer afanes y derivas autoritarias en Venezuela, por muy doloroso que sea, y negar que Cuba, más allá de la conmovedora idea revolucionaria de origen, concluyó en una dictadura.

Jorge Edwards

  • El derecho a la historia

    “Chile ostenta una historia densa, compleja, que valdría la pena examinar con seriedad y cuyo examen sería útil”.

Editorial

Una nueva era para Argentina

Parece claro que Daniel Scioli, candidato del oficialismo, se impondrá mañana en la primera vuelta de las el…

Foco Político

Desconfianza y consenso

Esta semana, el SII ha hecho una denuncia para que la Fiscalía Oriente investigue los eventuales delitos trib…

Foco Legislativo

Fragmentación del Congreso

Uno de los posibles efectos de la reforma electoral que más debate ha generado es la eventual fragmentación …

Búsqueda por fecha

marzo 2014
L M X J V S D
« feb   abr »
 12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930
31  

Lo más

  • Leído
  • Comentado

      (c) 2012 La Segunda | Blog de Redacción