Positiva reacción ante el terremoto
Una vez más, una gran parte de nuestro territorio ha sido afectada por un terremoto de gran magnitud, sumado, en este caso, a la amenaza de un tsunami extendida a lo largo de toda la costa, e incluso en las de Perú y Ecuador, hasta ahora felizmente sin efectos tan devastadores como en casos anteriores. […]
Una vez más, una gran parte de nuestro territorio ha sido afectada por un terremoto de gran magnitud, sumado, en este caso, a la amenaza de un tsunami extendida a lo largo de toda la costa, e incluso en las de Perú y Ecuador, hasta ahora felizmente sin efectos tan devastadores como en casos anteriores. Poco a poco se van conociendo sí numerosos daños en casas, caminos, el aeropuerto de Iquique y hasta pequeñas embarcaciones, cortes de electricidad y de suministro de agua, la fuga de internas de la cárcel de Iquique y algunos robos. Evidentemente, cabe lamentar la pérdida de al menos seis vidas humanas, pero sin duda, en relación con cualquier catástrofe semejante de las que ocurren en otros países, y de la misma experiencia nacional de hace cuatro años, el balance de este episodio es alentador.
En buena medida, ello se explica porque precisamente en el Norte Grande existe una conciencia asumida del riesgo de que, según los expertos en la materia, se produzca allí un megaterremoto, debido tanto a las características de la enorme falla tectónica existente en la zona, como al cerca de siglo y medio transcurrido sin que se libere la energía acumulada. Pero a esa expectativa se suma también el que en el último tiempo ha habido esfuerzos serios por preparar a la población para que su conducta ante una alarma inminente sea de real autoprotección. Los a veces criticados simulacros de terremoto o tsunami se han demostrado eficaces, probablemente con mayor fuerza por la sucesión allí de sismos de menor intensidad en las semanas previas.
La comparación con las reacciones y las consecuencias del 27/F es obvia y, por cierto, aleccionadora. En términos generales, el sistema ha funcionado: la alerta de tsunami se emitió oportunamente, a escasos minutos de registrado el sismo; un impresionante número de habitantes de la región afectada, de su borde costero y del resto del país se movilizó a zonas previamente designadas como seguras; se cumplió el protocolo previsto para el desempeño de las autoridades (la Presidenta permaneció en La Moneda con sus asesores, y el ministro y subsecretario del Interior coordinaron la operación desde la Onemi, junto a los titulares de las carteras vinculadas al tema); las comunicaciones operaron bien con escasas excepciones y se adoptaron las medidas de seguridad, incluida la participación oportuna de las Fuerzas Armadas para colaborar con la policía en la tarea de mantener el orden. Es verdad que hubo fallas, como en las sirenas de Arica o en parte de la telefonía fija, pero el peor defecto estuvo en la gran cantidad de personas que ocuparon sus automóviles para escapar del peligro, lo que estaba expresamente prohibido, con lo que dificultaron seriamente la protección de los peatones.
Las autoridades del SHOA y la Onemi, así como las de carácter regional y local colaboraron eficazmente, al igual que los medios de comunicación, especialmente la televisión, a mantener al tanto a la población de lo que iba ocurriendo, a la vez que el Ministerio del Interior entregó información a la ciudadanía, contribuyendo al efecto tranquilizador que produce en estas situaciones la voz oficial del Gobierno. Hoy llegó a Iquique la Presidenta Bachelet con un completo equipo de colaboradores para adoptar en terreno las medidas adecuadas. Sea en la espera de una catástrofe aún mayor en el norte de Chile o para otra eventualidad igual o menor, la lección de este desastre natural, con todo su costo, resulta sumamente valiosa.
Ahora viene una fase no menos importante, cual es evaluar los daños e iniciar los trabajos de reconstrucción, tareas que deben ser lideradas con pulso firme desde el gobierno central y que bien podrían beneficiarse de la experiencia de la administración anterior, que indudablemente tuvo en la respuesta al grave terremoto de 2010 uno de sus logros más relevantes.