Partidos políticos para una democracia de ciudadanos
Por Marcela Ríos Tobar
Coordinadora Informe Auditoría a la Democracia de la ONU
“Chile evidencia la cuarta caída más aguda en confianza en los partidos de los últimos 17 años en las Américas”.
Por Marcela Ríos Tobar
Coordinadora del Informe Auditoría a la Democracia de la ONU
Los partidos políticos en Chile han sido históricamente el pilar del sistema democrático. El país se ha caracterizado por contar con un sistema de partidos estable que ha sido clave para una transición exitosa a la democracia. Sin embargo, en los últimos años se aprecia un significativo deterioro en la relación entre partidos y sociedad, lo que plantea nuevos y más complejos desafíos para las estructuras partidarias. Se trata de tensiones internas para el funcionamiento de los partidos, y externas en su relación con la sociedad y en su capacidad de cumplir sus funciones programáticas y de representación.
El reciente Informe Auditoría a la Democracia del PNUD muestra una vez más que los partidos son las instituciones que generan los menores niveles de confianza, pero constata además que este deterioro no es efecto de una tendencia mundial. Chile evidencia la cuarta caída más aguda en confianza en los partidos en los últimos 17 años en las Américas. Esto, de la mano de una caída en la identificación ciudadana con ellos. Mientras en 1990 el 78% decía identificarse con algún partido, en 2013 esa cifra bajó a 35%.
Las prácticas de los ciudadanos han sido consistentes con esta creciente lejanía. Si bien el sistema electoral ha permitido que los partidos tradicionales sigan ganando casi el 100% de los escaños en el Congreso, lo hacen con cada vez menos votos, puesto que entre 1990 y 2013 la participación electoral disminuyó en 35%.
El informe muestra que la debilidad de los partidos proviene, en parte, de un marco regulatorio inspirado en una desconfianza de estas instituciones, de mecanismos de financiamiento centrados exclusivamente en el proceso electoral y que no consideran la importancia de que los partidos cumplan un rol activo en educación cívica, formación programática y formación de líderes. Pero también con las prácticas y estrategias de los dirigentes. En un contexto de baja confianza y desafección, los partidos siguen erigiendo altas barreras de entrada y privilegiando las posiciones de incumbentes, resistiéndose a la renovación y transparencia.
Un escenario de partidos débiles, poco abiertos al escrutinio público, cruzados por agendas personales y con baja confianza ciudadana ha abierto la posibilidad de que surjan liderazgos populistas e inestabilidad gubernamental en varios países. Una democracia es tan fuerte como sus partidos políticos, de ahí el desafío en Chile de fortalecerlos y dotarlos de herramientas necesarias para recuperar su centralidad en el sistema democrático.