¿Cómo se va a gastar la plata?
Por Francisco Garrido
“No hay garantía de que los nuevos impuestos serán bien utilizados”.
Por Francisco Garrido
Economista
Si algo se ha sacado en limpio sobre la reforma tributaria, es que no la financiará sólo el 1% más rico, como sostenía aquel polémico video. Esa es la apreciación de cinco de los seis ministros de Hacienda que han ejercido desde el retorno de la democracia. Cuatro de ellos, vale recordar, pertenecen a la coalición gobernante.
En cambio, pocos han preguntado por las garantías que da el Estado de que los ingresos adicionales que genere la reforma —8.200 millones de dólares— serán bien utilizados e invertidos rentablemente en servicios públicos de calidad.
Una discusión seria acerca del financiamiento del Estado exige una revisión profunda y altamente técnica del gasto vigente, así como de las posibles reasignaciones de los recursos públicos disponibles hoy. Lamentablemente, tal discusión ha estado por completo fuera de la agenda. Dado que no parece haber voluntad de abordar aquello, no hay ninguna garantía de que el gasto adicional financiado con los nuevos impuestos esté bien enfocado.
Preocupa que el Gobierno no entregue detalles específicos sobre la naturaleza de este gasto, pero más aun que no haya realizado ningún esfuerzo por reorientar el gasto público actual hacia las áreas necesitadas de financiamiento.
Hay razones para que el Ejecutivo prefiera financiarse con más impuestos, por ejemplo, que reasignar gastos es políticamente muy costoso, pues requiere cerrar programas, cortar contratos y despedir funcionarios; en suma, significa dejar descontentos. A un gobierno puede resultarle mucho más fácil mantener “vivos” programas y servicios ineficientes —como bonos de dudosa rentabilidad social, pero comprobada rentabilidad política—, y a la vez costear sus propios proyectos, recaudando más impuestos. El triste corolario de esto es un engrosamiento de la burocracia, financiado con la reforma tributaria.