La Alianza del Pacífico y el Mercosur
El canciller Heraldo Muñoz ha manifestado su satisfacción por la acogida que tuvo en la reciente reunión de ministros de la Alianza del Pacífico su propuesta de un diálogo con el Mercosur para una eventual convergencia de ambas entidades “en aquello que sea factible”. Con tal propósito, se incluyó efectivamente en la declaración final acordada […]
El canciller Heraldo Muñoz ha manifestado su satisfacción por la acogida que tuvo en la reciente reunión de ministros de la Alianza del Pacífico su propuesta de un diálogo con el Mercosur para una eventual convergencia de ambas entidades “en aquello que sea factible”. Con tal propósito, se incluyó efectivamente en la declaración final acordada en la capital mexicana la idea de invitar para el mes de julio a un encuentro de carácter informativo sobre los objetivos de la Alianza, con participación de los respectivos cancilleres e incluso de los de otras naciones interesadas en el tema, lo que constituiría un paso previo para las decisiones posteriores.
Se trata, en tal sentido, de un avance en la prioridad anunciada por la Presidenta Bachelet para el acercamiento con los países de la región, y en especial de los ribereños del Atlántico, más allá de sus diferentes políticas internas.
Conforme a las declaraciones del ministro Muñoz, el tema suscitó debate, pero primó la posibilidad de aprovechar los espacios de diálogo existentes, como expresamente señalaron los representantes de México, Colombia y Perú. Son naturales las dudas que plantean los “impedimentos objetivos” de Mercosur para participar con los miembros de la Alianza en iguales condiciones de apertura comercial. De hecho, la cumbre de sus Mandatarios que debió efectuarse en diciembre de 2013 ha sido postergada ya cuatro veces invocando problemas de agenda, pero quizás también por los conflictos pendientes de Argentina con Brasil y con Uruguay, y por la situación interna de Venezuela, el miembro asociado más reciente. No falta quien observa, además, un menor interés brasileño en ese organismo tras la creación de Unasur y Celac como centros de vinculación regional.
La Alianza del Pacífico, en cambio, consolida su crecimiento, que para el promedio de sus integrantes duplicaría para este año y el próximo al del Mercosur. El de éste, en tanto, tiende a decaer, mientras su principal tarea pendiente es el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, que lleva 14 años de gestiones y que si se finiquitara pronto supondría una desgravación arancelaria mutua cercana al 90% de su intercambio, aunque la virtual paralización del organismo justifica cierto escepticismo de que lo logre. En materia de inversión extranjera, ambas entidades han equiparado ya su volumen y obviamente hay diferencia entre ellas en sus perspectivas de ampliar su comercio con el Asia Pacífico, tanto por razones geográficas como por la distinta composición de su red de socios económicos.
El Gobierno chileno asegura que mantendrá en la Alianza una activa colaboración, como dice el canciller, “mirando al Atlántico desde el Pacífico” e incluyendo a otros países de la región, ánimo que sus colegas parecen compartir, agregando sí la canciller de Perú el supuesto de que ellos “compartan la visión, lineamientos y los objetivos”. En todo caso, queda en claro que éste no es un tema ideológico sino, por el contrario, de un razonable pragmatismo. Por tanto, si bien la apertura propuesta pretende integrar las economías de las naciones involucradas y vincularlas en las mejores condiciones con un inmenso espacio geográfico en pleno desarrollo, su prueba definitiva de validez estará en la capacidad de los invitados de adaptarse a las exigencias de ese desafío.