Los “ministros fusibles”
“La fórmula empleada por el Gobierno ha sido la de enviar a los ministros a recorrer el país”.
Por Eugenio Guzmán
Los gabinetes son la forma en que los gobiernos distribuyen el poder entre el o los partidos que lo apoyan e incluso entre las facciones al interior de ellos. Para eso, la fuerza relativa de cada grupo es central en la asignación de los cargos y, en consecuencia, el peso electoral es un factor ordenador.
También los gabinetes reflejan la cercanía y compromiso con el Ejecutivo, y en tal sentido los ministros deben blindarlo, para sortear los costos de popularidad que devienen de la administración del gobierno. Así, los ministros —más que representar a los partidos— terminan siendo funcionales al Presidente de turno más que a éstos.
Bajo esta lógica, los ministros pasan a ser “fusibles” del Mandatario y, como tales, tienen como objetivo evitar que una sobrecarga de energía afecte a un circuito llegando a destruirlo, en este caso al Ejecutivo. No obstante, a costa de salvar al circuito el fusible se quema. Desde un punto de vista político-estratégico, es una forma adecuada de evitarle costos al Presidente; sin embargo, los ministros-fusibles no terminan muy bien. Por lo pronto, absorben los costos de las decisiones gubernativas tanto de parte de los opositores como de los partidos “gobernantes”. El riesgo en todo esto es que los fusibles necesitan ser cambiados en momentos críticos, y si bien siempre hay candidatos dispuestos a asumir ese rol, también es cierto que hay costos de reemplazo. Y a menos que exista mucha cohesión y consenso ideológico entre los partidos, el riesgo de sobrecarga es alto.
Pero, existe otro costo adicional en la medida en que los ministros-fusibles no están para negociar, sino para ejecutar. Esta lógica conlleva necesariamente a la destrucción de liderazgos y a cometer errores como las metáforas de Eyzaguirre, que proponen nivelar hacia abajo más que mejorar la calidad de la educación pública.
A 100 días de iniciado el gobierno la tónica ha sido enviar los proyectos al Legislativo y esperar que éste los apruebe, al modo como un buzón recibe las cartas. Hasta ahora los costos los han pagado los ministros y cuando la sobrecarga ha llegado a niveles críticos se recurre a introducir otro proyecto. Para descargar el sistema, la fórmula empleada ha sido la de tener un gobierno en campaña y enviar a los ministros a recorrer el país y dar a conocer el nuevo “evangelio”. Incluso, a pedir la intervención de Bachelet, lo que no corresponde demandar bajo esta lógica. Suponiendo que de este modo es posible contrarrestar los efectos de las críticas, lejos de eso sólo se aumenta la exposición a ellas.
Probablemente en estos días, para descargar el sistema, se vuelva a la fórmula de enviar otros proyectos. No obstante, el problema de fondo es si los ministros-fusibles es una estrategia sustentable. Después de todo, un rasgo de los gabinetes es que son un grupo de consejeros y no sólo de ejecutores.