Reforma tributaria al Senado
“El senador Zaldívar lo ha expresado muy lúcidamente: es importante que el proyecto tenga cambios que vayan en la dirección correcta”.
La reforma tributaria empieza su tramitación en el Senado y los senadores de la comisión de Hacienda, especialmente los de la Nueva Mayoría, han dado señales de su apertura a discutir todos los temas. De hecho, el senador Zaldívar ha señalado que la eliminación del FUT, así como el objetivo de recaudación, son aspectos medulares que están fuera de discusión, pero que el resto puede ser analizado en su mérito.
Es alentadora y razonable su posición, porque en ambos elementos que él define como intransables está el núcleo de la inspiración política de este proyecto. Esto es, el aumento de la carga tributaria en tres puntos del PIB y el que no se pueda postergar indefinidamente el pago de impuestos por parte de los socios. Pero como muy bien se entiende de las opiniones del senador DC, una cosa es afirmar los objetivos políticos y otra es cerrarse a discutir y analizar los instrumentos a través de los cuales estos objetivos se pueden alcanzar.
Desde distintos sectores se ha señalado que el proyecto tiene aspectos discutibles, tanto en su operatividad como en su constitucionalidad. El concepto de rentas atribuidas, los impuestos específicos, la retención del 10% que las sociedades deberán hacer por cuenta de sus socios, han sido los temas que han despertados más reparos, y no por razones políticas o ideológicas, sino porque muchos expertos, de distintos ámbitos y de distintas visiones, los han cuestionado.
No hay duda de que la Presidenta ganó en las urnas el derecho a hacer una reforma tributaria para financiar las medidas que también anunció en su campaña. Políticamente, esto es incuestionable (sin perjuicio de que los parlamentarios de oposición también están en el derecho y el deber de representar a sus electores, que los eligieron para defender la visión política alternativa). Pero no es incuestionable la forma de implementar estas medidas. En ese sentido, la discusión es sana, necesaria y en nada afecta la lealtad de los parlamentarios de la Nueva Mayoría hacia su gobierno. Zaldívar lo ha expresado muy lúcidamente: es importante que el proyecto tenga cambios que vayan en la dirección correcta.
La legislación tributaria es de por sí muy compleja, por lo que es muy importante que las normas que establecen el sistema impositivo sean lo más fáciles de entender y de aplicar que sea posible dentro de lo que su naturaleza permite. Es fundamental tener en mente que cuando se establecen normas tributarias, ellas deben tener un estándar de aplicación al nivel de cualquier PYME de regiones, que no cuenta con los recursos para tener asesoría especializada. Es un error legislar en estas materias pensando en las grandes empresas que cuentan con equipos de abogados ultra especializados y asesoría contable del primer nivel. El problema no lo tendrán ellos, sino los miles de pequeños emprendedores que muchas veces no tienen el apoyo más básico y que ni siquiera están jurídicamente organizados de la manera que les sería más eficaz.
La eliminación del FUT, más allá de su metodología contable, acarrea la tributación de los socios sobre base devengada, lo que tendrá sin duda un impacto importante en la caja de las empresas (de nuevo, en las pequeñas y medianas) y será un incentivo tremendo al endeudamiento. Es importante reflexionar sobre el efecto de eso en la solidez de nuestra economía, especialmente de cara a las crisis, que son cíclicas.
El Senado es el espacio para buscar alternativas a las formas sin cerrarse a ninguna opción, pero respetando el fin del proyecto. Espero que el debate no sea sólo posibilidad de escuchar a distintas personas y expertos en el Congreso, sino que el Ejecutivo, en esta etapa, se abra a realizar los cambios necesarios para mejorar el proyecto de manera importante y no impactar negativamente al emprendimiento, el ahorro, ni el empleo.