Agenda laboral en tiempos de menor dinamismo
Uno a uno los indicadores macroeconómicos se suman al diagnóstico de que la economía chilena se está desacelerando. Hasta ahora, dichas cifras han pasado a segundo plano ante el complejo debate de las reformas educacional y tributaria, pero merecen una mirada atenta. Preocupa especialmente el trabajo, la variable que impacta más directamente a los hogares […]
Uno a uno los indicadores macroeconómicos se suman al diagnóstico de que la economía chilena se está desacelerando. Hasta ahora, dichas cifras han pasado a segundo plano ante el complejo debate de las reformas educacional y tributaria, pero merecen una mirada atenta.
Preocupa especialmente el trabajo, la variable que impacta más directamente a los hogares chilenos. Esta semana el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) dio a conocer la cifra de desocupación correspondiente al trimestre móvil marzo-mayo 2014, la cual aumentó levemente, alcanzando un 6,3%. Esto no es en sí mismo una señal de alerta, pero otros datos indican que el empleo está siendo golpeado.
Primero, en doce meses se reduce la desocupación, debido a un crecimiento bastante moderado del número de personas buscando trabajo y, más preocupante, la reducción del número de desocupados responde a un menor número de mujeres que buscan trabajo por primera vez. Segundo, gran parte del aumento de la ocupación se explica por empleos por cuenta propia, que en general se puede esperar sean de menor calidad que los asalariados (en este período desaparecieron casi 50 mil empleos asalariados). Y tercero, se registra la primera variación negativa en 12 meses en el número de asalariados que declara tener contrato escrito, lo que se suma al menor crecimiento, hasta ahora, del número con contrato indefinido, lo que supone un deterioro en la calidad y estabilidad de los trabajos.
Estas cifras reflejan el menor dinamismo de la economía (algunas proyecciones hablan de menos del 3% para este año) y de una caída preocupante de la inversión que se arrastra desde el tercer trimestre de 2013. En este escenario, urge revisar las señales que se dan sobre la agenda laboral, que según ha dicho recientemente la ministra del ramo, sería el “cuarto pilar” del programa, en el mismo nivel que la tributaria, educacional y constitucional. Lo que se sabe hasta ahora -una propuesta plurianual de salario mínimo y lo planteado en el programa en términos de no reemplazo en huelga y otras modificaciones a la negociación colectiva- parece no estar en sintonía con las estrecheces del mercado laboral.
¿Otra vez la plurianualidad? En lo inmediato, preocupa la manera en que el Ejecutivo ha decidido enfrentar el tema del salario mínimo. Muy lejos de la opción de convocar a una comisión de expertos para que el reajuste estuviera en línea con la productividad y el estado de la economía -plasmado en un proyecto de ley que la administración de Piñera presentó en su última etapa- el actual gobierno decidió fijar por tres años la ruta del ingreso mínimo.
La última vez que se hizo esto, la experiencia fue nefasta. En 1997, se estableció el compromiso de llegar a $100.000 en 2000, lo que significó fijar por ley reajustes nominales que promediaron un 11,2% para el período 1997-2000. Poco después se desató la crisis asiática, que trajo un alza en el desempleo, y del empleo por cuenta propia, que se vio exacerbada por el mayor salario mínimo. La tasa de desempleo subió del 6% al 10% y se mantuvo rondando este último nivel hasta 2006, pese a que el país creció a un ritmo elevado dos años antes.
En esta ocasión, además, debido a que está amarrado a su promesa de llevar el salario mínimo a $250 mil durante su mandato, el Gobierno lo está reajustando para este año el doble de lo que se espera que crezca la economía. En términos legislativos hay poco espacio para que se reduzca el monto de reajuste, dado que es un tema con fuertes tintes políticos, pero resulta curioso que a nivel político aún no se logre explicar a la ciudadanía que votar en contra de un salario mínimo que amenaza los equilibrios económicos no busca perjudicar a los empleados, sino por el contrario, proteger a los que quieren trabajar y que quedarán excluidos.
Multi-RUT y lo que viene. Ya hay un primer avance en la aprobación del proyecto de multi-RUT, promulgado ayer. La agenda que queda es ambiciosa y pasa por negociación colectiva, titularidad sindical, fortalecimiento de los sindicatos y el fin del reemplazo de los trabajadores en huelga. Se ha estado planteando a nivel parlamentario que sería conveniente un gran paquete laboral, que ingresaría a mediados del próximo semestre al Congreso. Esto sería altamente desaconsejable a la luz de la experiencia de los proyectos tributarios y educacionales, cuya alta complejidad y difíciles equilibrios han tenido en tensión permanente el ambiente político.
Sí parece positivo el impulso que busca dar el Gobierno a la capacitación y las altas metas en formar mejor a mujeres y jóvenes para el mercado laboral. Esos esfuerzos son, sin duda, un apoyo a mejores empleos futuros y garantía de salida de la pobreza para muchas familias.
Señales. En este escenario, antes de mandar los proyectos pendientes es clave que La Moneda y el Ministerio del Trabajo privilegien una mirada global de la economía y pongan la agenda laboral en el contexto de otras reformas. La incertidumbre de las tres grandes reformas es ya alta, lo que debería llevar a que los cambios laborales se hagan de manera pausada, moderada y mirando el interés de los trabajadores actuales y potenciales