#callejonoscuro
Por Camilo Feres
“Hoy, aunque no suene el silbato, el público toma sus decisiones y las grita a viva voz”.
Por Camilo Feres
En las postrimerías del apretadísimo partido entre las selecciones de Holanda y Costa Rica, un jugador “tico” cayó en la mitad de la cancha, en medio de un ataque holandés. El árbitro no marcó falta y el juego continuó, pero la pifiadera del público fue tal, que obligó a los atacantes europeos a sacar, de mala gana, el balón de la cancha y someterse al ritual del fair play.
El caso bien podría servir de caricatura de lo que por estos días ha sucedido en distintas latitudes de la agenda pública local, en que jugadores de peso y con trayectoria han debido detener la jugada, que en algún momento interpretaron como de alto potencial ofensivo, porque ésta no cayó en gracia de la omnipresente opinión pública.
Así fue con la publicitada consultora que montaron los ex ministros Longueira y Chadwick junto al reputado abogado Luis Hermosilla, a través de la cual llegaron a firmar un convenio con Imaginaccion, la empresa de comunicación y lobby de Enrique Correa. Luego de presentarse en sociedad a través de los medios, tuvieron que desandar —por la misma vía— el promisorio emprendimiento para “poder actuar con libertad en la vida pública”, según argumentaron.
Otro caso se dio con la renuncia que, a pocos días de su anuncio oficial, presentó Eugenio Ortega Frei —marido de la ministra del Trabajo— a su cargo de gerente de Asuntos Corporativos de la minera Barrick Gold. El profesional, aunque dijo estar convencido de que “no existe ninguna incompatibilidad legal o ética” entre su cargo y el de su esposa, argumentó que no estaba dispuesto a ser “el pretexto” para que se critique “su trabajo y trayectoria como servidora pública”.
Estos dos casos, aunque emblemáticos, están lejos de ser únicos en su especie. Se suman a varios nombramientos que, una vez dados a conocer, han enfrentado críticas incrementales que obligan a retrotraerlos por la vía de renuncias “indeclinables”, aun cuando a los afectados les asiste la convicción de haber obrado “conforme a derecho” y de “buena fe”.
Sin embargo, no hay duda de que en los citados ejemplos los involucrados (Ortega Frei, Chadwick, Longueira y Enrique Correa) pertenecen a la cúspide del poder político, por lo que bien vale tomar la tendencia en serio. Las audiencias (así como el público en el estadio) no están para matices y portan en sus bolsillos, además, una completísima gama de herramientas para amplificar su opinión en cualquier momento y lugar.
Aun cuando el callejón oscuro al que se somete en las redes sociales al incauto del momento —por una declaración poco feliz, una mera sospecha o un error manifiesto— ya no es novedad para nadie, experimentadas figuras públicas padecen a diario por la falta de previsión al respecto.
Hasta hace poco, estos episodios se habrían resuelto con anuncios de querellas en defensa de la legalidad de los actos o la honra de los afectados. Hoy, sin embargo, aunque el juez no toque el silbato, el público toma sus decisiones y las grita a viva voz, mientras la mayoría de los jugadores no parece capaz de jugar con la galería en contra.