Develando el modelo en educación
Hasta hace poco el debate educacional era sobre si había que comprar edificios o si era necesario un interventor provisional de las universidades. Estábamos entrampados en problemas importantes, pero de procedimiento. No se entendía por qué esos eran temas relevantes ni hacia dónde llevaban.
Hasta hace poco el debate educacional era sobre si había que comprar edificios o si era necesario un interventor provisional de las universidades. Estábamos entrampados en problemas importantes, pero de procedimiento. No se entendía por qué esos eran temas relevantes ni hacia dónde llevaban.
En su entrevista del domingo, por primera vez, el ministro Eyzaguirre hizo una completa revisión del proyecto de reforma educacional, hizo público su “modelo”. Lo que apareció es una estructura perfectible, pero bastante coherente y realista, tanto desde la perspectiva de los recursos requeridos como de la necesidad de compatibilizar posiciones contrapuestas. ¿Por qué era necesario que el Gobierno explicitara su “modelo”? Simple, porque si no, no se entiende para dónde va y la confusión sólo ayuda a los que se oponen a los cambios.
Cuando se implementan reformas tan ambiciosas como la educacional o la tributaria, es evidente que son muchos los intereses afectados. Los argumentos que esgrimen el Gobierno y sus partidarios a favor de la reforma son, obviamente, críticos de la realidad. Sin embargo, esa realidad no es pareja.
La heterogeneidad de situaciones hace que las críticas -del tipo “los colegios subvencionados lucran sin importarles la suerte de sus estudiantes” o “el sistema educacional no corrige los privilegios dados por la cuna” o, en impuestos, “el FUT fue utilizado para eludir el pago de impuestos”-, que se justifican en una cantidad de casos suficientes como para que el diagnóstico sobre el sistema sea el adecuado, normalmente no se aplican a todos los actores. Algunos entendiblemente dirán que la reforma es injusta.
A nadie debe sorprender si hay colegios subvencionados que no seleccionan por ingreso, si hay sostenedores que arriendan la infraestructura a precios justos y si hay empresarios que ahorran para reinvertir en su empresa y para nada más. Desde la perspectiva de estos últimos, las reformas parecerán injustas y se opondrán. Ellos ven su realidad, no el funcionamiento del sistema. Para ello, es necesaria la evidencia empírica. ¿Qué dice esta evidencia?
En educación, el financiamiento compartido ha significado una importante segmentación del sistema escolar que, en el Chile del siglo XXI, con los valores actuales de esta sociedad, resulta intolerable. Una exigencia que se le pide al sistema escolar -y cualquier país desarrollado- es que el sistema escolar nivele el terreno de juego entre las personas y eso no lo cumple el sistema chileno. Pero lo más importante es que tampoco aspira a cumplirlo porque no está en su naturaleza.
Respecto del financiamiento de la inversión, las empresas de menor tamaño que son las que más debieran usar recursos propios para financiar su inversión son las que menos lo usan y, por lo tanto, las que más dependen del financiamiento externo, en este caso bancario. El FUT es usado para postergar indefinidamente el pago de impuestos y ésa es una de las causas que hace que el sistema tributario chileno no redistribuya ingresos con la fuerza que lo hacen Inglaterra, Alemania, Australia o Canadá.
Así, desde la perspectiva de los individuos que honestamente participan en el sector educacional y que usan el FUT para ahorrar, las reformas les pueden parecer inapropiadas. Sin embargo, las fallas señaladas son sistémicas, lo que sugiere que, aun cuando haya actores de buena fe, una reforma debe cambiar la lógica de funcionamiento más que cambios en los parámetros.
A pesar de que la existencia de excepciones no justifica una mala regla, el voluntarismo puede ser peligroso. Para el éxito del esfuerzo gubernamental es importante que los actores de buena fe terminen por apoyar las reformas.
Es que reformar significa sacar a los actores desde sus “zonas de confort” para que cambien sus modos de ejercer su actividad. Significa promover la cooperación que permita a ellos superar sus “dilemas del prisionero”. ¿Cómo hacer que a lo largo del país colegios, universidades, estudiantes, profesores, empresas chicas, medianas y grandes hagan un esfuerzo constructivo que permita la reforma y no la bloqueen?
Una manera es develar el modelo, mostrar que es superior a la situación actual y que, en ese modelo, hay un rol -compatible con el que de buena fe se jugaba en el esquema actual- que puede jugar cada uno en el escenario nuevo. Sólo viendo el punto de llegada, se puede entender por qué es necesaria una determinada trayectoria intermedia y cada particular costo de ajuste.