¿Tenemos reforma?
“Al parecer mientras más cercana es la posibilidad de votar la reforma, mayores dificultades surgen para que se concrete”.
Por Eugenio Guzmán
Hasta hace una semana, tras el acuerdo tributario, la pregunta sobreviniente era qué sigue ahora en materia de reformas, es decir, si el Gobierno movilizaría sus recursos políticos para darle viabilidad a la Reforma Educacional u a otras como la electoral. Si bien parecía lógico que esta última sería la opción, puesto que contaba con los apoyos de RN y en particular de Amplitud, no parecía para nada claro en relación a educación, dada la complejidad del tema y el número de actores políticos y sociales involucrados.
Así, como en la paradoja de la tortuga y Aquiles, al parecer mientras más cercana es la posibilidad de votar la reforma, mayores dificultades surgen para que se concrete. Es así que, por ejemplo, la crítica de que la propuesta se habría realizado entre cuatro paredes o, para emplear una frase ingeniosa, de que fue acordada en un living a la hora del té, ha calado profundo. Primero, porque para quienes creyeron que era necesario cumplir el programa y, de esa forma, apoyar al Gobierno enviando una señal de unidad, esto deja una sensación de futilidad de tales esfuerzos. Y, segundo, hace completamente inútil el ejercicio del poder que entrega ser mayoría (sólo requiere quórum simple). Ambos aspectos generan un efecto devastador en el ánimo y el ego de quienes participaron en este proceso en la Cámara (mero buzón).
Ahora bien, la alusión al living ciertamente es efectista e incisiva, sin embargo, es un recurso retórico como cualquier otro. En este sentido, si se hubiese realizado en una comisión ad hoc, también se la podría haber tratado de insuficiente, por ejemplo, señalando que dejaba fuera a la calle, a la ciudadanía, etc. Siempre existe alguna forma de restar legitimidad a un acuerdo cuando este no satisface a alguien, ya sea porque no fue invitado o simplemente porque no está de acuerdo. Por último, no hay que ser ingenuos, lo propio de todo proceso de acuerdo, bueno o malo, supone precisamente que es un proceso, que implica persuasión, la adhesión de voluntades y que parte desde instancias acotadas en número. De otro modo, supondría pensar que los proyectos, programas e iniciativas emergen espontáneamente y de modo inorgánico en una reflexión común de una multitud de actores que participan en todo momento y simultáneamente. Si bien esto parece estéticamente irresistible, carece por completo de comprensión de cómo y qué podemos hacer los seres humanos.
Como van las cosas, lo que sigue parece complicado, las reformas que vienen son igualmente complejas, no sólo porque afectan a múltiples grupos ciudadanos, sino también a los propios actores que las aprobarán, como la reforma electoral. En tal sentido, los livings, salones, acuerdos, etc., es probable que sigan subsistiendo en la política y esto porque es la forma como ésta —y en general la vida publica y privada de las personas— se construye.