Tragedia de Malaysia Airlines
Tras el primer impacto por el carácter criminal y el alto número de víctimas que tuvo el atentado contra un avión de pasajeros que cruzaba el cielo de Ucrania, crece la alarma por las fundadas sospechas sobre la responsabilidad de los rebeldes alentados por Rusia, las dificultades que ellos han puesto para la investigación de […]
Tras el primer impacto por el carácter criminal y el alto número de víctimas que tuvo el atentado contra un avión de pasajeros que cruzaba el cielo de Ucrania, crece la alarma por las fundadas sospechas sobre la responsabilidad de los rebeldes alentados por Rusia, las dificultades que ellos han puesto para la investigación de lo ocurrido y el riesgo de que esta catástrofe lleve al plano internacional el problema existente entre esas dos naciones. Casi dos tercios de los 298 fallecidos, pertenecientes a once países, eran holandeses, lo que justifica la insistencia, que está rindiendo frutos, del primer ministro Mark Rutte en que el Kremlin debe probar su compromiso en cuanto a aclarar la verdad de los hechos.
El Presidente Obama ha sido enfático en sostener que esto no fue un accidente y que sucedió por el apoyo militar de Rusia al intento de secesión de las provincias ucranianas fronterizas. Una serie de datos y testimonios dados a conocer por los medios informativos tiende a comprobar la llegada a la zona de Donetsk de varios sistemas de misiles que fueron retornados al país vecino horas después de la caída del avión (uno de ellos, parece, con un proyectil menos) y que forman parte del apoyo militar recibido en el último tiempo por las fuerzas rebeldes. Por otra parte, los expertos enviados por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), a fin de determinar exactamente lo ocurrido y sus causas, denuncian no sólo falta de cooperación en el lugar del siniestro, sino que también el probable ocultamiento y manipulación de las pruebas respectivas.
Angela Merkel comparte asimismo los duros juicios del Mandatario norteamericano y la exigencia de que el Presidente Putin se abstenga de intervenir en Ucrania. Sin embargo, llama la atención la actitud moderada de gobernantes europeos directamente afectados por el problema, que a veces se limitan a declaraciones sin medidas concretas para forzar un cambio de conducta de su colega ruso. Además de la canciller alemana, sólo Mark Rutte ha sido tenaz en enfrentarlo y ha obtenido al menos su promesa de cooperación para recuperar los cadáveres y las cajas negras del avión. La misma Unión Europea (UE) vuelve a mostrar, como en el caso de Siria, una posición hasta cierto punto ausente, limitándose a monitorear la situación, pese a que se trata de una confrontación que, al igual que el episodio que sigue desarrollándose en Gaza, aumenta el peligro de un conflicto mayor.
Una acción conjunta de la UE sería sin duda más eficaz que las protestas aisladas de algunos gobiernos, pero ésta suele ser una deficiencia de organismos como las propias Naciones Unidas (que en este caso ha optado apenas por pedir una investigación independiente), donde mecanismos como el veto de las grandes potencias en el Consejo de Seguridad impiden acciones que probablemente serían eficaces. Es de esperar que una tragedia humana como la que comentamos, sumada a noticias sobre masivos asesinatos por fanatismo religioso o abusos contra cientos de muchachas en ciertas regiones de África, y una creciente polarización en las relaciones de algunos Estados del Medio Oriente y asiáticos, incite a una política más activa de las entidades cuya razón de ser es la mantención de la paz mundial.