El ataque a Piñera y la democracia
“Es peligroso que la autoridad sienta que puede desconocer el derecho a opinión de cualquier ciudadano”.
Por Gonzalo Müller
Mala señal que, ante la opinión política emitida por el ex Presidente Piñera, la respuesta desde la autoridad sea una grave descalificación y no hacerse cargo de los argumentos manifestados. Pobre imagen de lo que se entiende por democracia deja el ministro del Interior, cuando concentra su esfuerzo ante los medios en descalificar y no en dialogar.
Lo dicho por el ex Presidente Piñera en un seminario no dista mucho de lo advertido con fuerza desde la oposición e incluso desde el interior del propio oficialismo. Si la gravedad no está en lo dicho tendremos que suponer que lo que incomoda al Gobierno es quien lo dice; es decir, para el gobierno de la Nueva Mayoría se le hace intolerable la crítica proveniente del ex Mandatario de derecha, no sólo por el contraste que en materia económica empieza a notarse entre ambas gestiones, sino que especialmente porque se consideraría el mayor fracaso y desmentido al nuevo ciclo político pretendido por el Gobierno que sea Piñera quien pudiera concretar un nueva opción presidencial a partir del mal momento económico.
Así el ministro Peñailillo, al perder las formas en su respuesta al ex Presidente, comete un doble error que su falta de experiencia no es capaz de proveer. Primero, con sus palabras cual jefe de campaña involuntario, transforma a Piñera en el líder de la oposición al Gobierno y a sus reformas. Y, segundo, le dice que su conducta es la de un candidato presidencial, asumiendo que ser crítico y opositor al actual gobierno es rentable políticamente.
Ahora, a pocos días de la frontal descalificación de que fue objeto, el mismo Piñera, junto al resto de los ex mandatarios, asumirá un activo rol representando a Chile y su posición ante la demanda boliviana por encargo del gobierno de Michelle Bachelet. Es verdad que las relaciones internacionales han sido asumidas como políticas de Estado y ajenas hasta ahora a los vaivenes de la crítica política interna, y sin importar las descalificaciones de que fue objeto el sólo estar dispuesto a cumplir su misión se trasforma en un desmentido ante la agresión sufrida.
Hay una duda que se hace persistente frente a cómo los ministros reaccionan a la crítica, y es la facilidad con que olvidan que desde marzo están al servicio de todos los chilenos, sin distinguir entre partidarios y opositores.
Parte del rol de una autoridad es saber administrar los diferentes juicios y críticas a su gestión por parte de la opinión pública. Se vuelve peligroso que alguna autoridad sienta que puede desconocer el derecho a opinión de cualquier ciudadano, sin importar su posición o experiencia; esta actitud dista mucho de la demanda de mayor transparencia y fuerte control ciudadano.