En compás de espera
Puede ser simplemente el exceso de proyectos en discusión o quizás los tropiezos y las contradicciones de un conjunto de reformas con enunciados llamativos y atrayentes, pero escasamente elaborados, cuya letra chica resulta luego complicada, e incluso la falta de un relativo equilibrio entre Gobierno y oposición en el debate. Pero el hecho es que […]
Puede ser simplemente el exceso de proyectos en discusión o quizás los tropiezos y las contradicciones de un conjunto de reformas con enunciados llamativos y atrayentes, pero escasamente elaborados, cuya letra chica resulta luego complicada, e incluso la falta de un relativo equilibrio entre Gobierno y oposición en el debate. Pero el hecho es que son demasiados los temas pendientes en que las respuestas demoran y la gente no sabe a qué atenerse para su próximo futuro. Si eso se hace evidente en la economía, donde ya se aprecia el efecto de las expectativas inciertas, algo similar ocurre en una diversidad de aspectos, desde el contenido específico de las propuestas de las que sólo se sabe el calendario y el título, hasta las soluciones a los muchos problemas graves de la vida diaria. Como ejemplos, entre muchos posibles, baste con los siguientes que se han hecho notorios estos días en los que la Presidenta —cuyas decisiones han pasado del misterio anterior a la actual necesidad de ser conocidas públicamente con precisión— ha estado ausente.
La delincuencia. Esta semana es un muestrario de los diversos tipos delictivos que se están dando, sin que se logren soluciones en la proporción y oportunidad que su gravedad requiere. En la noche del lunes, dos nuevos ataques en las inmediaciones de recintos policiales con bombas de alto poder destructivo llevaron al Gobierno a querellarse, en uno de ellos invocando la Ley Antiterrorista, pues, según señaló el subsecretario Aleuy (como en el caso del Metro), hubo allí serio riesgo de causar víctimas y una persona pasó por el lugar un minuto antes de la explosión. Pese a su opinión de que los grupos tras tales hechos, presuntamente anarquistas, son menores y dispersos, las enfáticas palabras del ministro Peñailillo sobre la decisión de perseguir estos delitos —sumadas a un informe conocido de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) y a datos de sentido común como la detención en España de una pareja que fue dejada en libertad en Chile por actividades similares— justifican la preocupación creciente que parece tener el Gobierno por este problema.
Sin embargo, otro atentado incendiario, ahora contra el Instituto de Investigaciones Agrícolas, cometido esa misma noche en La Araucanía por encapuchados que dejaron allí consignas reivindicativas mapuches, mantiene activa la violencia en esa zona, donde se elude la calificación de terrorismo, mientras la delincuencia común comete el mayor robo de dinero en el aeropuerto de Santiago, por obvias fallas en el sistema de seguridad.
En el Congreso. Si en materia de seguridad ciudadana se avanza poco, en el ámbito legislativo el panorama sigue incierto y la reforma al binominal lo ejemplifica bien. Todos aseguran su voluntad de cambiar el sistema, pero en la Nueva Mayoría la indicación para eliminar los subpactos dentro de las coaliciones mantiene frenado el trámite, porque chocan los intereses de la DC (que se opone a ellos por el temor de verse aislada) con los de parte de la izquierda (que busca su hegemonía sobre el centro). El vicepresidente DC Fuad Chahín reprocha al subsecretario Aleuy que su defensa de los subpactos contradice a la Presidenta, que propuso la indicación, pero el PS invoca el texto original del proyecto que no la contenía y al menos tres de sus diputados se niegan a apoyarla. Sumando algunos votos opositores, la iniciativa debería aprobarse en general, pero la discrepancia rebrotaría en la discusión particular si el ministro Elizalde no logra el acuerdo previo que busca.
En el mismo tema, subsiste también el problema del financiamiento para un mayor número de parlamentarios. Como la rebaja de las dietas requeriría reformar la Constitución, el presidente de la Cámara, Aldo Cornejo, insiste en redistribuir las asignaciones entre el nuevo total de congresistas, sea de golpe o limitando los reajustes anuales. En todo caso, es evidente la superficialidad con que el Gobierno ha enfocado este asunto, endosándoselo al Congreso, y para algunos conocedores del tema, como el ex diputado Edmundo Eluchans, los números presupuestarios no calzan. Coincide esto con las dudas suscitadas por el uso a último momento de sus asignaciones por parte de parlamentarios no reelegidos.
Oposición ausente. En otro ángulo del panorama político, son notorias las dificultades de los máximos dirigentes de la oposición para ampliar su alcance más allá de la UDI y RN y superar así los reiterados ataques personales y los excesivos egos y ambiciones que se manifiestan. Bastan los foros en que participan algunos militantes destacados para entender los obstáculos que subsisten. Este fenómeno podría ir cambiando, pero el proceso se ve lento. Como paralelamente ha habido una insólita serie de autogoles gubernamentales, los efectos en el equilibrio político resultan curiosos. Por una parte, en la reforma tributaria, la Alianza logró actuar con unidad y buen tino, aportando capacidad técnica y sentido del bien común en un compromiso que hasta ahora parece exitoso. Por otra, sobre todo en materia educacional, la verdadera oposición ha nacido de los afectados por las propuestas, resultando así más social que política. Si bien es probable que ello haya beneficiado al Gobierno al no tener enfrente partidos bien organizados, también ha favorecido la pluralidad y fuerza de las objeciones a la reforma, haciéndolas inobjetables. Sólo algunos dirigentes, como el senador Allamand, han destacado a título personal en este debate, pero a su sector le queda como tarea pendiente la elaboración de alternativas precisas para que pueda haber los cambios positivos y realistas que sin duda son necesarios.