Gobernar con ideas ajenas
Por José Miguel Aldunate
“Este es el problema de salir electo con ideas ajenas: impone la difícil tarea de gobernar con ellas”.
Por José Miguel Aldunate
Abogado e investigador de la Fundación para el Progreso
Mucho se habla de la crisis política e ideológica en la centroderecha. Sin embargo, la izquierda sufre una crisis similar, que se prolonga desde la derrota electoral de 2009. Entonces, una misma pregunta se repetía: ¿por qué perdió la Concertación? La hipótesis más manoseada, conforme a la cual el conglomerado habría perdido porque traicionó su ideario izquierdista y gobernó con ideas neoliberales, contrastaba con que el bando triunfador no era la extrema izquierda sino, precisamente, la Alianza por Chile, de la mano de un empresario como Sebastián Piñera.
Pero, al poco andar, el movimiento estudiantil enarboló sus banderas propias, criticando por igual al gobierno y al legado concertacionista. Las preguntas quedaron olvidadas. Los voceros de la oposición, Michelle Bachelet incluida, se plegaron a coro a las consignas de la calle y todos —la izquierda exaltada, la derecha en pánico y un silencioso centro— creímos en la sinceridad de sus palabras. Se nos dijo que, trampas de la Constitución mediante, la Concertación había administrado un modelo en el que nunca creyó. Los estudiantes habían revivido los olvidados eslóganes juveniles del conglomerado que, ahora sí, gobernaría de acuerdo con sus verdaderas convicciones.
Pero he aquí que, a cinco meses del estreno de la nueva administración y su flamante mayoría parlamentaria, el ministro de Hacienda accede a moderar su reforma tributaria, mientras la ciudadanía escucha las volteretas, desmentidos, matices y contradicciones del titular de Educación. Por cierto, la ineficaz oposición de la Alianza no es la responsable de estos giros. Los votos están, pero nadie se atreve a usarlos para llevar adelante el programa de la Nueva Mayoría. ¿De dónde emana esta pusilanimidad revolucionaria? ¿A qué le teme la retroexcavadora? La verdadera amenaza procede de la Concertación, la prudente y vieja mayoría que se niega a dejarse morir sin más ni más.
Este es el problema de salir electo con ideas ajenas: impone la difícil tarea de gobernar con ellas. Cuando, además, el plan consiste en aplicar un programa ideológico sin matices ni contrapesos, la tarea puede tornarse autodestructiva. La centroderecha, por su parte, en vez de tomar palco, debe aprender de la derrota y no eludir las preguntas que le plantea su propia contingencia histórica.