Ranking de notas
“Este nuevo problema no sólo pone en evidencia el mal diseño del instrumento y las prisas con las que fue implementado, sino que amenaza con perjudicar a quienes deberían ser los más beneficiados por el ranking”.
Desde su creación, el ranking de notas del Consejo de Rectores ha generado una serie de controversias que han opacado su función original: otorgar mayor equidad e inclusión al proceso de admisión a la educación superior.
Ya el año pasado, los colegios emblemáticos presentaron un recurso judicial para frenar su aplicación, finalmente rechazado, pero que provocó incluso divisiones entre el movimiento estudiantil. Este año se sumó un factor nuevo y, según se desprende de las reacciones, imprevisto por las autoridades. Cerca de 200 estudiantes de colegios emblemáticos han decidido cambiarse a escuelas de menor exigencia a fin de evitar verse perjudicados y subir sus ponderaciones.
Este nuevo problema no sólo pone en evidencia el mal diseño del instrumento y las prisas con las que fue implementado -algo previsto por varios expertos en educación-, sino que amenaza con perjudicar a quienes deberían ser los más beneficiados por el ranking. La migración de estudiantes de colegios emblemáticos a otros establecimientos podría restar posibilidades a los alumnos vulnerables de acceder a becas de educación superior. La Beca de Excelencia Académico, por ejemplo, se otorga sólo al 10 por ciento de estudiantes con mejor rendimiento por generación, porcentaje que podría verse alterado por la entrada de nuevos alumnos.
Por ahora el CRUCh parece decidido a no ceder frente a las presiones y ya está barajando medidas para llenar los vacíos del sistema. A partir del próximo año el ranking podría incluir todos los establecimientos por los que ha pasado el alumno, no sólo del que egresó, e incluso para este mismo proceso podrían considerarse únicamente las notas del primer semestre para la asignación de becas. Esta postura es lógica en el sentido de que busca evitar “premiar” a quienes, aprovechándose de resquicios, están distorsionando la función para la que se diseñó el factor, pero la intransigencia y las prisas nunca son buenas consejeras.
No se puede dejar de señalar que los efectos del ranking en el proceso de admisión son aún bajos. El año pasado, la aplicación de este mecanismo permitió a 1.350 alumnos ingresar a una de las 33 universidades del CRUCh, perjudicando a un número similar de estudiantes. Así, el ranking jugó un papel importante en menos del 2 por ciento del total de alumnos seleccionados. Tampoco se ha demostrado que tenga incidencia en aumentar en gran medida el porcentaje de estudiantes de colegios municipales que entran a las universidades tradicionales o diversificar su procedencia social.
En este sentido, aún se está a tiempo de aplicar medidas que permitan corregir los errores del sistema o buscar soluciones alternativas. Uno de los puntos a abordar es la fuerte diferencia de puntaje que se produce entre alumnos que están en el mismo lugar relativo en sus respectivos liceos, que puede llegar hasta los 100 puntos y que refleja lo heterogéneo (en el mal sentido de la palabra) del sistema educacional chileno.
Hay pocas dudas de que el proceso de admisión a la educación superior en Chile requiere un profundo análisis. Organismos internacionales han señalado el pobre desempeño de la PSU a la hora de seleccionar a los jóvenes con mejores aptitudes y la discriminación que impone a los que provienen de colegios municipales y, sobre todo, de establecimientos técnico-profesionales. Pero la solución a estos problemas quizás pasa más por cambios estructurales que por la aplicación de instrumentos como el ranking de notas. Los programas de nivelación para que estudiantes de escuelas vulnerables se integren de buena manera a la universidad -o propedéuticos- han sido probados con buenos resultados a nivel internacional, pero en Chile sólo una docena de casas de estudio han apostado por esta opción.