Solidaridad estructural
Por Juan Eduardo Faúndez
“La solidaridad estructural no da paso a un mercado de la solidaridad”.
Por Juan Eduardo Faúndez
Subsecretario de Servicios Sociales
Ministerio de Desarrollo Social
¿Le ha pasado que al pagar su compra en supermercados o farmacias se siente enfrentada/o a un dilema que nada tiene que ver con lo que lleva en la bolsa? Poco importa el monto que debamos cancelar, antes de terminar el trámite escuchamos la propuesta de una “transacción solidaria”: ¿Donaría parte de su vuelto a tal institución?
Se trata de pocos pesos… ¿Quién se negaría? Donar supone asumir que alguien que lo necesita se beneficia y nos resulta más cómodo que otro tipo de compromiso más oneroso. Pero de este aporte no se benefician únicamente las instituciones caritativas, sino que también las empresas que gestionan nuestra solidaridad.
Ante esta realidad, es importante que nos preguntemos si financiar derechos sociales debiera estar sujeto a la voluntad y al ánimo solidario de cada cual. En Chile no hemos sabido organizarnos de manera justa como sociedad. Mientras no contemos con un sistema que asegure derechos sociales universales, donar el vuelto del supermercado seguirá siendo probablemente una forma de financiamiento de aquellas necesidades que debieran ser derechos adquiridos.
Aquellos países que cuentan con sistemas de seguridad social de acceso universal no necesitan pedir el vuelto en los supermercados, y ello porque la solidaridad estructural no da paso a un mercado de la solidaridad; constituye parte de lo que se denomina justicia social.
En este sentido, la gestación de una sociedad más solidaria requiere el compromiso de todos sus actores: el Estado con políticas que promuevan los derechos sociales para todas(os); los privados con prácticas salariales justas y ejerciendo una filantropía efectiva, y los ciudadanos con acciones individuales y colectivas que apuntan a construir una sociedad más justa y equitativa.
En cuatro años es probable que no logremos hacer ese cambio. Sin embargo, con el compromiso de todos avanzaremos para que no sólo agosto sea el mes de la solidaridad, sino que, por el contrario, este concepto se refleje a lo largo de todo el año y de nuestras vidas.