La hora del realismo
Por Sergio Muñoz Riveros
“Las Moneda necesita reducir las incertidumbres que cosavan su credibilidad”.
Por Sergio Muñoz Riveros
La razón principal por la que Michelle Bachelet fue elegida en diciembre de 2013 fue la valoración de su gestión anterior, inscrita en la ruta de progreso de los gobiernos de Aylwin, Frei y Lagos. En otras palabras, los electores confiaron en ella porque sabían cómo había actuado. Sin embargo, su segundo gobierno se inició bajo la sugestión de que el país necesitaba no sólo nuevas reformas, sino un gran viraje, específicamente un quiebre respecto de las políticas que sostuvo la Concertación. Los inspiradores del nuevo rumbo fueron quienes concluyeron que la sociedad entera estaba marchando para reclamar “otro paradigma”, como dicen los académicos que redactan los manifiestos de la Confech.
¿Por qué ha perdido respaldo el Gobierno? Sobre todo, por la colisión entre su programa y la realidad, y por los anticuerpos generados por la palabrería refundacional de ciertos parlamentarios que, creyendo seguir la dirección del viento, se ofrecieron como protagonistas televisivos de una gesta. Pero los chilenos no andan buscando gestas, sino mejoras concretas de su calidad de vida en un marco de estabilidad. La aprobación de la reforma tributaria demostró que el diálogo y la negociación son esenciales en políticas públicas. Viene ahora la prueba de la práctica: cuánto aumentará la recaudación y cómo se usarán los recursos. En tal contexto, es encomiable el esfuerzo del ministro Arenas por una alianza público-privada para alentar el crecimiento y crear empleo. Allí se juega la evaluación del Gobierno. La discusión del Presupuesto es la oportunidad para redefinir la focalización del gasto público. La salud es lo primero, y en educación las platas deben beneficiar a quienes más lo necesitan. La reforma educacional es, en rigor, una ley destinada a achicar la educación particular subvencionada, sin que ello signifique avance para la educación pública. Como se sabe, la Iglesia demandó y obtuvo garantías para sus colegios, pero ha quedado maltrecha la imagen del Estado laico, que tiene la obligación de no discriminar por razones religiosas. La perspectiva es inquietante: podría ocurrir que el ministro Eyzaguirre, preocupado de empatizar con los universitarios, no vea venir el desbarajuste en los colegios. La Moneda necesita reducir los factores de incertidumbre que socavan su credibilidad. Hizo bien en responder con energía al desafío anarquista, y no debe vacilar en defender el derecho a vivir en paz. No tiene sentido seguir invocando el programa como si fuera un fetiche. Lo que cuenta es efectuar una gestión productiva, con una hoja de ruta que inspire confianza. La Presidenta podrá mostrar un balance positivo si hace opciones realistas ahora.