Leer y escribir, la reforma que viene
Por Fernando Balcells
Por Fernando Balcells
Entre las fantasías tecnológicas que buscan su relato está la del joven que sabe escribir pero no sabe leer. Puede, eso sí, entender coordenadas e interpretar imágenes. En esta fábula utópica todo fluye de manera veloz, pero falta todavía producir el mecanismo que conecte directamente a una mente vacía con la mano del escribano. Que la mano sea esclava de una mente sin recuerdo del abecedario es equivalente a que la lectura pase directamente de los ojos a una memoria fotográfica y que, a pesar del olvido de los grafismos, deje su huella como jpg en algún armario de juguetes desarticulados.
Este relato latente del porvenir afirma que la lectura ha cambiado y que la escritura se ha vuelto superflua o automática, y que basta con imágenes y con versiones ultra abreviadas de palabras y textos para desenvolverse en el mundo.
Al igual que el pensamiento hablado no es un mérito de la autenticidad sino de la incontinencia, la proliferación de los mensajes de texto habla, no de la sociabilidad, sino de la velocidad de manos. Hay una carrera de las manos por superar la rapidez de la lengua, que es simétrica al apuro de la lengua por evitar las pausas, en las que, junto al silencio, se puede filtrar la reflexión. El síndrome de la mano cortada del arte conceptual es reemplazado por la expresividad acéfala en las redes sociales. ¿Bkn?
No hay síntesis en esta forma de escribir, pero ciertamente hay una poética. Este no es el haiku que quiere mi editor, pero es una poesía pobre de la que no habría renegado nuestro Nicanor Parra. Otro, más prosaico, diría que en el reino de la alta velocidad y de la seudoespontaneidad somos libres e iguales ante la fuga de las letras. En esta interpretación se cumplen las más secretas obscenidades del elitismo; los pobres de léxico, además de la felicidad y la sociabilidad, creen haber conquistado al fin el poder cuando más arrinconados están en su mundo feliz (Huxley y Foucault dixerunt).
Cuando finalmente pase la tempestad de la reforma a la economía de la educación, veremos que las competencias adaptativas y creativas involucradas en las necesidades actuales de educación pasan por subordinar los medios digitales a las viejas capacidades de aprender a leer y a escribir, a hablar y a escuchar. El resto es poesía.