Los empoderados
“No están para cheques en blanco a una política que menosprecian”.
Por Oscar Guillermo Garretón
Escribo intentando responder interrogantes. ¿Cómo una abrumadora mayoría vota por la reforma constitucional, educacional y tributaria, para a los seis meses ver encuestas con rechazo a las reformas tal como el Gobierno las propuso? ¿Cómo enfrentamos una desaceleración que nos afecta a todos, luego de las distancias que dejó el debate tributario?
No se confundan. La mayoría quiere las tres reformas. El rechazo en las encuestas no es culpa de una derecha en crisis, casi irrelevante. Ni del mensajero; o sea, “la prensa de derecha” que hace rato no define cómo elige la ciudadanía. Ni de “falencias comunicacionales”, como si todo fuera porque no se ha entendido bien.
El tema clave no es hablar más y mejor. Es escuchar más a esa ciudadanía que alguna vez proclamamos “empoderada”.
Los “empoderados” han levantado la voz para decir que no les gusta la versión de sus anhelos diseñada por la política. Están preocupados por la pérdida de dinamismo de una economía que los acostumbró a mejoras cada año, a ganar más porque su empleo era seguro y donde parte de su empoderamiento era que el pleno empleo les permitía cambiar trabajo si el actual no les satisfacía.
No están para cheques en blanco a una política que menosprecian, convencidos erradamente de que todo lo logrado es fruto de su exclusivo esfuerzo personal. No se han tragado que la reforma tributaria “sólo la pagan los ricos” porque analizan más y reaccionan ante mensajes confusos cuando no intimidantes de la reforma educacional. Los “empoderados”, con lenguaje y formas distintas a las de 2011, están movilizados. Las malas noticias económicas o las desprolijidades en gestión sólo agravan este sentimiento.
Ellos quieren reformas y mantienen una superior confianza en Michelle Bachelet. Cerrar filas con ella y escucharlos en vez de majaderear con lo mismo que rechazan son decisiones obvias y complementarias. El tema de fondo no es cambiar ministros. Con o sin los mismos la tarea es mejorar la sintonía con ese Chile empoderado y entender que para ello es necesario recuperar crecimiento.
Es consecuencia y no renuncio considerar en las reformas lo que los “empoderados” esperaban de ellas. Supone entender que su confianza no es ese voto en fecha cada vez más distante, sino sintonía, impecabilidad y consistencia para impulsar propuestas sólidas que den respuesta a lo que las mayorías quieren o temen.
La situación económica es peligrosa. Pesan factores externos y otros de larga data, como energía y pérdida de productividad, pero también las reformas: nadie puede a la vez proclamarlas “profundas” y creer que sus efectos son superficiales. Comienza a entenderse que el crecimiento económico no es soslayable, ni prescindible el concurso del sector privado en él.
Aún se está a tiempo para hacerlo mejor. Sólo han pasado seis meses.