Reconstrucción del edificio de Correos
Por fin parece haber llegado el turno de la remodelación del edificio de Correos, en la Plaza de Armas. Es una buena noticia, pues el edificio, levantado en el año 1882, es uno de los hitos de la arquitectura patrimonial del centro de Santiago, con el espléndido mérito de que a pesar de los años, […]
Por fin parece haber llegado el turno de la remodelación del edificio de Correos, en la Plaza de Armas.
Es una buena noticia, pues el edificio, levantado en el año 1882, es uno de los hitos de la arquitectura patrimonial del centro de Santiago, con el espléndido mérito de que a pesar de los años, los cambios, las remodelaciones e incluso el natural deterioro ha sobrevivido hasta el día de hoy, sirviendo amablemente en sus funciones.
Año a año el edificio de Correos alberga miles y miles de cartas de santiaguinos y forma parte de la memoria colectiva de una ciudad donde la permanencia de los edificios patrimoniales no es fácil.
La iniciativa está en manos del Consejo de Monumentos Nacionales y la Municipalidad de Santiago. Se está evaluando el aporte de financiamiento mixto. Entre los elementos más relevantes de la reconstrucción, que está inicialmente planeada para el año 2015, se encuentra el gran ascensor metálico del hall central, que es un atractivo turístico en sí mismo, y por supuesto, la fachada.
La fachada es el desafío más grande para los arquitectos a cargo de la evaluación del proyecto, puesto que el edificio renacentista levantado en 1882 fue remodelado con otro frontis, completamente distinto y de estilo neoclásico, en 1908. La gran dificultad para las entidades a cargo será entonces supervisar que la integridad histórica de ambos momentos se vea reflejada en esta reconstrucción.
Esto no es un dato menor. Pues su fachada está íntimamente relacionada con la historia social y política de la capital de Chile. Primero, porque el actual edificio se levantó sobre las fundaciones del antiguo Palacio de los Gobernadores, que fue la residencia de los presidentes hasta el año 1846. Segundo, porque no hay ningún gran evento sucedido en la Plaza de Armas de Santiago que no tenga como telón de fondo esa inconfundible fachada neoclásica.
Por lo tanto, no es una mera reconstrucción, es una restauración patrimonial, que implica preservar un retazo de nuestra historia, congelado en el tiempo, y rescatarlo del paso de los años, utilizando para este fin todos los recursos tecnológicos de los que gozamos hoy. Cabe celebrar iniciativas como esta, que ayudan a rescatar nuestro patrimonio arquitectónico, nuestras costumbres y nuestra historia.