Se requiere un golpe de timón
Por Sergio Muñoz Riveros
“El estilo amenazante de algunos líderes de la Nueva Mayoría ha dañado al Gobierno”.
Por Sergio Muñoz Riveros
Nada es más relevante en este momento que unir fuerzas para reactivar la economía. Se trata de una necesidad que exige que La Moneda, los partidos, los líderes empresariales y sindicales actúen con sentido nacional para crear un clima que permita mejorar las expectativas y evitar la recesión. Lo primero es despejar los recelos sobre los planes del Gobierno y establecer reales incentivos para la inversión y la creación de empleos.
En este cuadro, se justifica plenamente que el ministro Alberto Arenas se esfuerce por establecer una relación de confianza y colaboración con la CPC e incluso con los mayores empresarios del país. Esa es, sin duda, la prioridad política. De la evolución de la economía dependerá el juicio global sobre el Gobierno.
La desaceleración empezó a fines de 2012, y en ella han gravitado ciertamente factores externos. Pero recordarlo no le sirve de mucho al Gobierno para atenuar su responsabilidad, puesto que implica admitir indirectamente que los redactores del programa no evaluaron bien la situación en 2013, y que incluso erraron respecto de las prioridades. Por ejemplo, el sentir mayoritario es que los recursos de la reforma tributaria vayan en primer lugar a salud.
En las dificultades ha influido sin duda que el programa fue visto por mucha gente como un cambio de rumbo del país. Si faltaban elementos para entenderlo así, ellos fueron aportados por los parlamentarios que, excitados con su mayoría en el Congreso, creyeron que había llegado la hora del “gran cambio” (la revolución, se diría en otra época). Pensaron que la popularidad de la Mandataria permitía acorralar a “los poderosos de siempre”, los mismos con los que el ministro Peñailillo intenta hoy alcanzar algún consenso (palabra sospechosa) sobre la recuperación de la economía.
Las proclamas refundacionales y el estilo amenazante de algunos líderes de la Nueva Mayoría han dañado al Gobierno. Es muy alta la responsabilidad que le cabe al PS respecto de asegurar que el barco llegue a buen puerto. Si sus dirigentes denuncian a quienes provocan incertidumbre, ellos deberían hacer lo contrario, y no hablarles sólo a los militantes.
Es respetable que la Presidenta trate de ser fiel a sus compromisos programáticos, pero el programa no fue hecho para inhibir su autoridad ni coartar sus atribuciones, las cuales le permiten tomar las mejores decisiones posibles en cada momento. El programa no es un talismán, como creen los que piden su cumplimiento al margen de las circunstancias.
Lo que importa es gobernar de modo fructífero y mostrar capacidad de reacción ante las dificultades. Si La Moneda adopta una línea realista, lo que implica acotar las metas, ello será valorado por la mayoría de los chilenos.