Segunda mirada
La renuncia de Andrés Rodríguez a la dirección del Teatro Municipal de Santiago, a comienzos de año, generó diferentes reacciones y ha creado dudas sobre el rumbo que adoptará la institución. Rodríguez, quien permaneció durante 34 años a la cabeza del teatro, no cabe duda que era una figura polémica. Mientras algunos valoran la mejora […]
La renuncia de Andrés Rodríguez a la dirección del Teatro Municipal de Santiago, a comienzos de año, generó diferentes reacciones y ha creado dudas sobre el rumbo que adoptará la institución.
Rodríguez, quien permaneció durante 34 años a la cabeza del teatro, no cabe duda que era una figura polémica. Mientras algunos valoran la mejora en la calidad de los espectáculos y los cuerpos artísticos del teatro, otros lo acusan de ser uno de los baluartes de su elitización y de la exclusión de la producción criolla y popular de sus escenarios.
A meses de su salida, y más allá de las modificaciones en el área administrativa -entre las que destaca el establecimiento de auditorías externas-, una de las interrogantes que aún no se dilucidan es cuál será el camino artístico-cultural que seguirá el Municipal.
Desde la autoridad las señales han sido un tanto confusas, mientras la alcaldesa de Santiago, Carolina Tohá, señaló que el foco del teatro en esta nueva etapa sería integrar el repertorio universal al proyecto artístico, también se ha escuchado que se daría un fuerte impulso a la programación de “identidad cultural chilena”.
Esta desconcertante contradicción no es nueva. Desde hace años, las posturas sobre lo que debe ser uno de los principales centros de la cultura del país se han dividido entre quienes apuestan por la internacionalización y la expansión de sus horizontes, frente a los que anhelan una mayor validación criolla al interior de sus salas.
Cabe esperar que la futura directiva del Teatro Municipal tome un rumbo claro, más allá de su decisión.