Segunda mirada
El martes, la alcaldesa de Providencia, Josefa Errázuriz, anunció una ordenanza municipal que restringirá el horario de venta de alcohol a los locales nocturnos ubicados en cinco sectores de la comuna. La medida, que busca reducir los incidentes provocados por el consumo excesivo de alcohol, afectará al 80 por ciento de los pubs y restaurantes […]
El martes, la alcaldesa de Providencia, Josefa Errázuriz, anunció una ordenanza municipal que restringirá el horario de venta de alcohol a los locales nocturnos ubicados en cinco sectores de la comuna. La medida, que busca reducir los incidentes provocados por el consumo excesivo de alcohol, afectará al 80 por ciento de los pubs y restaurantes de la comuna, los que deberán cerrar sus puertas a las 2:00 AM (dos horas antes de lo que lo hacen hoy). Si bien el 72% de los vecinos de Providencia avala la medida, esta restricción podría causar severos perjuicios económicos a los locatarios, cuyas ventas según la Confederación del Comercio Detallista de Chile (Confedech) podrían disminuir en 30 por ciento, así como a las casi 15 mil personas que podrían ver afectadas sus fuentes de trabajo a causa de los menores ingresos que recibirán sus empleadores. La ordenanza, como ha sucedido con otras medidas de este tipo, podría provocar, además, la aparición de un mercado negro y un aumento en el número de locales clandestinos que hoy ya existen en la comuna, los cuales funcionarían sin fiscalización. La medida de la Municipalidad podría así generar un efecto contrario al buscado por quienes la propusieron al crear un nuevo problema de seguridad, incluso más difícil de contener que el anterior. Frente a las externalidades negativas del comercio nocturno, las medidas deben apuntar a aumentar las exigencias a los dueños de los locales en lo relativo a la seguridad y el orden. Una restricción de dos horas, al margen de los problemas económicos y delictivos que arriesga, pocos efectos positivos puede tener por sí sola.