Segunda mirada
La reciente publicación de un ranking de las “ciudades inteligentes” de nuestro país ubicó a Santiago en el primer lugar a nivel nacional, resultado que concuerda con la clasificación publicada por la revista Fast Company, que hace unos mesas la posicionó a la cabeza de América Latina en esta materia. Smart city es un concepto […]
La reciente publicación de un ranking de las “ciudades inteligentes” de nuestro país ubicó a Santiago en el primer lugar a nivel nacional, resultado que concuerda con la clasificación publicada por la revista Fast Company, que hace unos mesas la posicionó a la cabeza de América Latina en esta materia.
Smart city es un concepto surgido hace unas décadas por medio del cual se clasifica a las ciudades por aspectos como su eficiencia, limpieza, innovación y organización ciudadana.
Si bien los problemas de contaminación y transporte son las grandes trabas de la capital para seguir avanzando, este último ítem, que incluye factores como la cohesión social y el capital humano, es uno de los aspectos en que Santiago —y en general todas las ciudades de América Latina— se encuentra más retrasada.
Es precisamente la poca capacidad para generar, mantener y atraer talentos lo que aleja a Santiago de los primeros puestos, tendencia que se mantendrá mientras nuestro país no cuente con instrumentos más fuertes para impulsar proyectos educativos innovadores, espacios para la creatividad y un mayor impulso a la investigación científica.
Chile ha hecho importantes avances en gestión pública y sobre todo en gobernanza —el nivel de espacios de participación con los que cuenta la ciudadanía—, pero sin un desarrollo integral de sus habitantes, los avances en gestión e infraestructura continuarán siendo insuficientes.