Una reforma al paso
Por Jorge Ramírez
Libertad y Desarrollo
“En los últimos días hemos sido testigos de voces disidentes dentro de la propia coalición oficialista sobre la idea de conservar el sistema binominal en las circunscripciones extremas”
Por Jorge Ramírez
Libertad y Desarrollo
Ad portas de darse por iniciada la tramitación legislativa en el Senado de la reforma electoral, parece pertinente analizar la forma como se ha desarrollado la discusión política en torno al reemplazo del binominal.
Desatendiendo advertencias sobre potenciales riesgos de mayor fragmentación y su sinergia negativa con el sistema presidencialista, finalmente se dio por aprobado en la Cámara el “corazón de la reforma”; redistritaje y aumento de parlamentarios incluido. De manera adicional, se incorporaron en el último minuto disposiciones relativas al financiamiento de campañas, aun cuando éstas se alejaban de la idea matriz del proyecto en discusión. En cualquier Parlamento del mundo, regulaciones tan sensibles como éstas se tramitarían en un paquete legislativo distinto, de modo de abrir un debate con altura de miras.
Sin embargo, la improvisación no para. En los últimos días hemos sido testigos de voces disidentes dentro de la propia coalición oficialista sobre la idea de conservar el sistema binominal en las circunscripciones extremas.
La lógica del argumento es que, dado que el binominal es “perverso” -como si existiese algo así como un sistema electoral “benévolo”-, hay que volver a rediseñar el mapa, para de este modo contar con el apoyo del respectivo legislador de turno. Así las cosas, se distribuyen escaños como quien reparte caramelos y se dibujan y redibujan mapas electorales como quien traza castillos en el aire. Pero de criterios objetivos detrás de estas decisiones, nada. El politólogo Charles Lindblon en su momento señaló que el proceso de formación de políticas no seguía necesariamente las lógicas de un proceso racional.
Es más, para el académico de Yale, el proceso de toma de decisión en política pública era más próximo al de una “ciencia para salir del paso”. Es cierto que existe una serie de factores que limitan los márgenes de discusión legislativa: temporalidad, recursos, visiones políticas. No obstante, en materias tan relevantes para el país como el sistema a partir del cual nuestras preferencias políticas serán agregadas, uno esperaría mayor responsabilidad. Como ya han señalado académicos como Daron Acemoglu y Niall Ferguson, en sus recientes visitas, en Chile no estamos como para jugar con nuestras instituciones.