Agenda con Bolivia
La reelección de Morales en Bolivia abre un sugerente escenario para las relaciones, siempre complejas, entre Santiago y La Paz. Desde el comienzo del gobierno de Bachelet, la Cancillería chilena ha sido clara en ofrecer una agenda de diálogo a Bolivia, siempre y cuando excluya el tema marítimo pues ya está en discusión en La […]
La reelección de Morales en Bolivia abre un sugerente escenario para las relaciones, siempre complejas, entre Santiago y La Paz.
Desde el comienzo del gobierno de Bachelet, la Cancillería chilena ha sido clara en ofrecer una agenda de diálogo a Bolivia, siempre y cuando excluya el tema marítimo pues ya está en discusión en La Haya.
La Paz, manteniendo su constante reivindicación marítima en un tono retórico y excesivamente emocional, ha dado señales de estar disponible a un diálogo sobre el futuro. El vicecanciller, Juan Carlos Alurralde, vino a Santiago en abril a la inusual y amistosa presentación de la nueva cónsul, Magdalena Cajias.
Semanas después, el ministro de Relaciones Exteriores chileno reiteró el ofrecimiento. Bolivia no ha respondido. Se especula, no sin motivos, que Morales elevó su retórica de la reivindicación marítima sólo por motivos electorales.
Su triunfo no fue tan holgado como se supuso, pero es un triunfo al fin. ¿Se abre un período en que el Mandatario boliviano debería buscar encauzar la agenda de manera oficial? No es fácil predecir las conductas diplomáticas de La Paz sin incluir el sutil factor interno de Bolivia, siempre volátil debido a la impotencia de sus élites para elaborar un discurso unitario.
Es interesante seguir la deriva que Morales tomará en el escenario regional. La crítica que hizo a la Alianza del Pacífico y a los socialistas que se creen “capitalistas” se parece a la que antes hizo contra Bachelet. Informados comentaristas sugieren que su intención es ocupar el espacio de Hugo Chávez como líder de la izquierda regional, lo que podría conspirar contra un descongelamiento de los vínculos entre La Paz y Santiago.
La Cancillería chilena tiene claro que abrir el diálogo es prudente. Hay temas de control fronterizo que requieren de un trabajo conjunto. En Bolivia hay voces que concuerdan: exportadores, importadores y gremios del Transporte han presionado al Palacio Quemado para hablar con Chile y mejorar pasos fronterizos y aduanas.
Una alternativa difícil, pero no imposible, es encapsular la demanda marítima en La Haya y mantener una agenda de cooperación simultánea. De ese modo, ninguno de los dos países renunciaría a sus posturas de fondo en el tema limítrofe, pero no se paralizarían importantes temas que requieren de un trabajo conjunto hoy. De eso se trata propiamente la diplomacia: alternativas difíciles y posibles.