Agresión en San José de Maipo
Tal como lo manifestó el Senado en una declaración pública del miércoles 15 de octubre, la agresión a un ministro de Estado por parte de un grupo de personas en las afueras del municipio de San José de Maipo merece un total rechazo. Nada justifica la irrupción de la violencia en un acto que, hasta […]
Tal como lo manifestó el Senado en una declaración pública del miércoles 15 de octubre, la agresión a un ministro de Estado por parte de un grupo de personas en las afueras del municipio de San José de Maipo merece un total rechazo. Nada justifica la irrupción de la violencia en un acto que, hasta antes de que se agrediera al ministro de Energía, se había desarrollado de un modo kantianamente ejemplar y constructivo.
El ministro de Energía había concurrido a la cita invitado por el alcalde y el Consejo Municipal. De acuerdo a la versión de varios presentes, la conversación y el diálogo fueron directos y positivos, y los vecinos de la comuna y sus representantes tuvieron una buena oportunidad de escuchar de primera fuente lo que el Gobierno piensa sobre la construcción de la central hidroeléctrica Alto Maipo. A su vez, el secretario de Estado escuchó directamente las legítimas preocupaciones de los vecinos frente a un proyecto que razonablemente inquieta a una comunidad que valora su estilo de vida y su entorno.
Escucharse mutuamente es regla básica de una democracia, por ende es valioso que las autoridades y la comunidad tengan la voluntad y el hábito de sostener reuniones de este tipo, especialmente en materias como los grandes proyectos energéticos, donde el impacto ambiental es un tema debatible y con múltiples implicancias. La participación social es indispensable para dar sustentabilidad a este tipo de proyectos, y a su vez, las comunidades y vecinos tienen derecho a estar informados y a ser escuchados.
La acción de una minoría violenta no puede ser tolerada ni debe pasar inadvertida. Con esto no sólo se ha agredido físicamente a un ministro de Estado, se ha intentado lesionar un mecanismo de participación social, de respeto recíproco y de diálogo ciudadano. En ese contexto, las formas y el respeto no son secundarios. Las legítimas diferencias deben ser canalizadas y resueltas mediante los mecanismos legales y constitucionales. Estos son los únicos mecanismos para consensuar posiciones o establecer diferencias.