Brasileños expresan su molestia
La actual Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, triunfó en las elecciones presidenciales celebradas el domingo pasado, pero el 42 por ciento de los votos que obtuvo son el resultado más bajo de los comicios en una primera vuelta desde que el país volvió a la democracia, hace ya un cuarto de siglo. Rousseff es la […]
La actual Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, triunfó en las elecciones presidenciales celebradas el domingo pasado, pero el 42 por ciento de los votos que obtuvo son el resultado más bajo de los comicios en una primera vuelta desde que el país volvió a la democracia, hace ya un cuarto de siglo.
Rousseff es la heredera política de Lula da Silva y del Partido de los Trabajadores, y después de 12 años en el poder ha sufrido el desgaste de su partido, el desaceleramiento de la economía y escándalos de corrupción. Se espera que Rousseff gane la segunda vuelta el 26 de este mes, pero su reelección está lejos de estar asegurada en medio de un ambiente electoral de grandes sorpresas.
El cambio más dramático ocurrió en agosto, cuando Eduardo Campos, el gobernador de Pernambuco y candidato por el Partido Socialista Brasileño, falleció en un accidente aéreo, lo cual catapultó la candidatura de su compañera de lista, Marina Silva, una ex ministra de Medio Ambiente de descendencia afrobrasileña.
Por un momento en septiembre, parecía que Silva estaba segura de ir a una segunda vuelta, donde encuestas la situaban 10 puntos sobre la Presidenta Rousseff. La imagen de probidad personal que proyectaba Silva resonó entre muchos electores, hartos de los escándalos financieros, pagos a políticos de los partidos tradicionales y servicios públicos deficientes.
Su éxito, que parecía garantizado solo días antes del voto del 5 de octubre, se desvaneció ante las dudas que planteó Aécio Neves, candidato del centroderechista Partido Social Demócrata de Brasil, que cuestionó si Silva estaba lo suficientemente preparada para el cargo de la presidencia, y también ante ataques negativos sobre Silva de parte de la campaña de Rousseff, sin precedentes en elecciones brasileñas, en que se distorsionaron los planes de Silva para los programas sociales.
Pese a las dudas que les han provocado la desaceleración de su economía y las promesas de mejorar servicios públicos que no se han cumplido, los brasileños deberán elegir a fin de mes entre figuras y partidos conocidos. Su frustración con Rousseff es conocida, pero Neves también representa la fuerza tradicional de la centroderecha. No está claro si Neves podrá captar el deseo del cambio expresado en el auge de Silva. Pero en esta elección el deseo del pueblo brasileño ha sido especialmente volátil y difícil de anticipar.