Juegos políticos con ébola
Con la llegada del primer caso de ébola a Nueva York, los gobernadores de ese estado y de New Jersey reaccionaron con cuarentenas mucho más severas que las recomendadas por el gobierno federal y su agencia de salud pública, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). El resultado ha sido confusión entre […]
Con la llegada del primer caso de ébola a Nueva York, los gobernadores de ese estado y de New Jersey reaccionaron con cuarentenas mucho más severas que las recomendadas por el gobierno federal y su agencia de salud pública, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). El resultado ha sido confusión entre el público y un daño difícil de cuantificar a los esfuerzos por combatir la propagación del virus.
Informaciones de que un doctor y una enfermera portadores del virus habían viajado en aviones comerciales y transporte público antes de mostrar síntomas alarmaron a la población. La preocupación es razonable, puesto que la tasa de mortalidad de las personas infectadas con ébola fluctúa entre el 25 y el 90 por ciento. Una amplia mayoría del pueblo estadounidense respalda restringir el movimiento de viajeros provenientes de África Occidental.
Es esencial proteger a la población, pero también adoptar medidas basadas en lo que se sabe científicamente. Todas las autoridades médicas declaran que un portador del virus no es contagioso hasta que no haya desarrollado síntomas como fiebre, diarrea o vómitos. Por ese motivo, el Presidente Obama, junto al CDC, acordaron una recomendación que indica que quienes hayan estado en contacto con pacientes y no muestren síntomas de la infección se sometan sólo a un control en persona y por llamadas telefónicas de autoridades locales. Pero estas medidas no pueden ser impuestas a los estados por el gobierno federal.
Chris Christie, el gobernador republicano de New Jersey, y Mario Cuomo, demócrata de Nueva York, optaron por responder a la alarma pública. Rechazaron la recomendación de Obama como insuficiente e impusieron una cuarentena obligatoria de 21 días para cualquier persona que hubiese estado en contacto con el virus.
El aislamiento forzado, también adoptado por otros estados, implica el riesgo de limitar el número de médicos y enfermeras dispuestos a viajar a África a controlar la epidemia. Sólo voluntarios están asignados a esa peligrosa, pero indispensable tarea. Doctores Sin Fronteras y otros grupos que trabajan en los países más afectados por el virus señalan que se han ofrecido menos de la mitad de los profesionales requeridos. Debido a las cuarentenas innecesarias, muchos potenciales voluntarios de EE.UU. ya no se presentarán.
Las medidas anunciadas por los gobernadores Christie y Cuomo tendrían el efecto de reducir la posibilidad de controlar la epidemia en África Occidental y subir el riesgo de que se extienda a otros continentes con mayor fuerza. Lejos de proteger a sus ciudadanos, están incrementando el riesgo de que la infección llegue a sus comunidades. La política del miedo se ha impuesto sobre la ciencia y el sentido común.